viernes, 10 de abril de 2015

El #bautismo y las #tentaciones, #Lucas 2:41-4:13

Lucas pone cuidado de mantener su relato dentro del curso de la historia e indica que el viaje de Jesús a Jerusalén a la fiesta de la pascua a sus doce años fue “conforme a la costumbre de la fiesta” (Lucas 2:42).  El resultado de ese viaje se resume en las palabras de Jesús: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49).  Lo que sucedió entre medio queda sólo a la imaginación, la cual puede ser ayudada por el libro Deseado de todas las gentes, el capítulo ocho.  No es muy difícil imaginar lo que pudo haber experimentado Jesús al observar todo el sistema ceremonial, una promesa diaria de la obra que él mismo había pactado con el Padre hacer en favor nuestro desde antes de la fundación del mundo (1 Pedro 1:17-21).  Y sin embargo, dentro de la solemnidad de éstos pensamientos, y de las implicaciones eternas para la raza humana, José y María “no entendieron las palabras que les habló” (Lucas 2:50).  Hebreos 11:1 nos dice que “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”  Cuánto de los orígenes, de nuestra existencia, del universo y de nuestra salvación no entendemos, y no porque no podemos envolverlo en nuestra capacidad de raciocinio supone que es falso, como en algunas esferas se presume.  Nuestra oportunidad de ser herramientas en las manos de Dios descansa más en nuestra capacidad de confiar en la instrucción divina que en entenderla.


Como precursor del ministerio de Jesucristo, Juan el Bautista predicó un mensaje que ponía el fundamento para una mejor apreciación y asimilación del mensaje de Jesucristo.  Juan apela a una vida de valores morales fundamentales: dar el necesitado y no aprovecharse de los más débiles (Lucas 3:10-14).  Para la introducción que hace, supondríamos que los requerimientos del reino de Dios son complejos y cuesta arriba: “¡Oh generación de víboras!...  os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham de estas piedras… todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego” (Lucas 3:7-9).  Sin embargo, el llamado se resume en hacer lo bueno y abstenerse de hacer lo malo, mensaje básico que le sirvió para ser encerrado en la cárcel (Lucas 3:20).  Qué difícil la naturaleza humana, que busca justificar su malas acciones y condena la justicia.  Hoy, dos mil años después, seguimos justificando el comportamiento que pone en riesgo no sólo nuestro bienestar físico, mental y espiritual en esta vida, sino que además nos entorpece para descifrar el sencillo mensaje que nos orienta a la vida eterna.  Y es dentro de éste contexto que Jesús es bautizado, generando así una manifestación de la Deidad completa, que se confabula para rescatar al ser humano del pecado, y de sí mismo (Lucas 3:21-22).


El Espíritu llevó a Jesús al desierto.  Es un momento vital de sosiego y meditación.  Lo que viene no será fácil.  Jesús es Dios, pero deberá actuar en completa sujeción al cielo delineando un ejemplo que podrá ser seguido por cada ser humano (1 Pedro 2:21).  Como nos sucede constantemente, Satanás aprovechó la oportunidad para tentar a Jesús…  La herramienta psicológica, atentar contra su identidad: “Si eres el hijo de Dios...” (Lucas 4:3,9), mismo argumento inclusive mientras cuelga de la cruz (Mateo 27:40).  La falta de reconocimiento de la existencia del diablo distorsiona grandemente nuestra percepción y entendimiento de la existencia y carácter de Dios.  Jesús se encuentra en desventaja en comparación a la última vez que se enfrentaron, en el cielo (Apocalipsis 12:7-9), sin embargo, por los intereses y motivos del diablo, ahora es más Jesús es más peligroso pues se encuentra en plena ejecución del plan de salvación.  En su afán de conseguir sus objetivos (Isaías 14:12-14), hace una oferta: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.  Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lucas 4:6-7).  Sin duda una oferta sin fondos.  Habiendo Jesús sido tentado en todo, pero sin pecado (Hebreos 4:15), nos deja el argumento sobre todo argumento: “Escrito está…” (Lucas 4:4,8,12).

-------

No hay comentarios: