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sábado, 13 de mayo de 2017

Liderazgo - 1 Pedro 5:1-11

Unas cuantas semanas atrás termine de leer un libro titulado "Como matar 11 millones de personas," de Andy Adrews.  En él, el autor trata de encontrar la lógica de tras de los grandes genocidios de la historia.  Cómo es que una sociedad determinada, educada, avanzada, civilizada, llega al punto de razonar y aceptar la exterminación de todo un grupo de personas por motivos raciales, politicos o religiosos.  Dentro de los muchos argumentos que presenta el autor, hay uno que me llamó fuertemente la atención.  Escribió, según recuerdo: "Para matar 11 millones de personas hay que mentirles..."

Los registros muestran como poco a poco éstas ideas nocivas fueron plantadas en las mentes de tales sociedades y de las víctimas hasta llegar al punto de que un grupo pequeño de individuos llega a dominar y manipular a un gran numero de personas hasta hacerles creer que aquello que en otro tiempo habrían supuesto como malévolo y horrendo, es en realidad correcto y necesario para el bienestar común, de la mayoría.  Obviamente podemos encontrar ejemplos de este proceder en muchos de los gobiernos en los diferentes países hoy en día, sin embargo el objetivo de este espacio no es entrar en terrenos de la política y de los gobiernos.  Sin embargo, la conclusión del autor nos da pie a hacer unas cuantas aplicaciones pertinentes a nuestra realidad, como seres humanos y como hijos de Dios.

¿Cómo es que el enemigo de Dios puede impedir la salvación de los hijos de Dios?  La respuesta sería la misma, ¿no crees?  Mintiéndoles...  Desde el Génesis, el capítulo tres, la serpiente, que de acuerdo a Apocalipsis 12 es "la serpiente Antigua que se llama Diablo y Satanás" (v9), responde a la indicación de Dios citada por Eva: "No morirán.  Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal" (vv4-5).

El apóstol Pedro, en su primera carta, específicamente el capitulo 5 y los versículos 1-11, responde a la version distorsionada de Satanás en lo que tiene que ver con nuestras relaciones interpersonales y el ejercimiento del liderazgo y el servicio a otros.

En primera instancia, mientras es el egoísmo la propuesta primaria de Satanás, Pedro cita el altruismo.  Nos pide que procedamos “de manera voluntaria y con el deseo de servir, y no por obligación ni por el mero afán de lucro. No traten a la grey como si ustedes fueran sus amos. Al contrario, sírvanle de ejemplo” (v2-3).  El objetivo primario no es la recompensa sino el servicio en sí.  Somos responsables de cumplir nuestra parte sin desear recompensa.  Y es a través de la intervención divina que obtendremos satisfacción, pues continua diciendo: “cuando se manifieste el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona incorruptible de gloria” (v4).

Una segunda clarificación es la humildad por sobre la soberbia.  Pedro indica: “Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes” (v5).  En dos versículos {edro hace referencia a la humildad:

También ustedes, los jóvenes, muestren respeto ante los ancianos, y todos ustedes, practiquen el mutuo respeto. Revístanse de humildad, porque: «Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes  Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.

Evidentemente Pedro insiste en la importancia de la humildad como ingrediente indispensable para el servicio desinteresado.  Debido a la ansiedad que esta lucha interna produce, Dios promete intervenir y generar en nosotros paz (v7).

Por ultimo, Pedro hace referencia a las acechanzas de Satanás, pero no hay que vivir con miedo, sino valientemente deberemos mantenernos firmes, haciéndole frente.  No somos los únicos que sufrimos (v9).  Además, a través de la intervención divina, obtendremos la victoria.

viernes, 28 de abril de 2017

Vivir como Dios - 1 Pedro 3:8-12

No recuerdo exactamente dónde lo escuché por primera vez, si en el radio o en una tienda, pero el título de la canción es, "Fix my eyes", que tal vez podríamos traducirlo como, Fijaría mis ojos.  Como el título del canto lo indica, la frase que se repite una y otra vez es: "Fijaría mis ojos en ti," sin embargo, es otra parte de la letra que quisiera citar para efectos de ésta reflexión, parte que se encuentra en una sección del canto que utiliza una tonada como de niños jugando que queda en frases como: "ya te ganamos," o, "yo quiero dulces" (espero haber ayudado a que identifiques la tonada).  Me llamó tanto la atención que llegando a casa busqué la letra del canto para saber qué decía.  En la canción, el autor se pregunta qué haría diferente si pudiera regresar el tiempo, a lo cual contesta (traducción):

Amaría sin miedo
Daría cuando no es justo
Viviría para otro
Tomaría tiempo para un hermano
Lucharía por los débiles
Abogaría por la libertad
Encontraría fe en la batalla
Me mantendría en pie.
Pero por sobre todo,
fijaría los ojos en ti, en ti.

La frase que capturó mi atención, y todavía lo hace, es: "daría cuando no es justo."  Jesús mismo hace referencia a este tipo de conducta cuando dice: "No resistan al que es malo, sino que a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que quiera provocarte a pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.  Al que te pida, dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen” (Mateo 5:39-42,44).

No es muy difícil dar, ayudar, amar cuando es justo, cuando la otra persona “lo merece."  ¿Cuántas veces no hemos intercedido por alguien, nuevamente, porque sentimos que lo merece?  ¡Pero ayudar a alguien que no lo merece!

A principio de semana leí la siguiente cita del apóstol Pedro: "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está en contra de los que hacen el mal" (1 Pedro 3:12).  Mi primera reacción fue: "¡Ajá!", porque cuando leemos éste tipo de versículos, el justo siempre soy yo, y ya tenemos definida la lista de "los que hacen el mal," y el rostro de Dios está contra ellos.  Hace sentido, y es bíblico.  Merecen el desprecio de Dios, y el mío también, obviamente.

Al siguiente día, sin embargo, leí el contexto dónde se encontraba el versículo recién citado.  Los versículos previos dicen: "En fin, únanse todos en un mismo sentir; sean compasivos, misericordiosos y amigables; ámense fraternalmente y no devuelvan mal por mal, ni maldición por maldición. Al contrario, bendigan, pues ustedes fueron llamados para recibir bendición" (1 Pedro 3:8-9).

¿Por qué se nos habría de requerir ser compasivos, misericordiosos, amigables con quienes buscan nuestro mal y aún nos maldicen?  ¡No lo merecen!  ¿Por qué hacer el bien a los que nos odian, y orar por quienes nos persiguen?  ¡Es injusto!  ¿Dónde está entonces la lógica de que a los buenos les va bien y a los malos mal?

Obviamente ésta no es la primera vez que pienso al respecto, como tampoco lo es para ti, supongo.  Pero como ésta orden es tan contraria a nuestra naturaleza, siempre nos lleva a reflexionar y evaluarnos a la luz de las Escrituras, y a la luz de la vida de Jesucristo.

Tratando de resolverlo, cuando se nos hacen las recomendaciones o mandatos citados en ésta reflexión, el enfoque no es lo malo que hacen los demás o lo despreciables que puedan ser.  Nuestra naturaleza egoísta y rebelde nos lleva a concentrarnos en ellos y llegar a la conclusión de que ellos no merecen nuestras atenciones y que es injusto lo que se nos pide.  Sin embargo, el enfoque del mandato somos nosotros, Dios no está hablando de la salvación de los malos, sino de nuestra salvación, de nuestra asimilación en la cultura del cielo.  Podemos estar tan concentrados en el castigo que merecen los demás, que podemos descuidar nuestra propia salvación, como cuando los hijos confrontan a los padres porque no castigaron al hermano o hermana de forma más agresiva, como lo merece.  Yo he tenido que utilizar las mimas palabras que mis padres me dijeron a mi: “no te preocupes por tus hermanos, preocúpate por ti…”

Dios, que sigue trabajando realizando en nosotros “la buena obra” (Filipenses1:6), la quiere seguir perfeccionando hasta culminarla en la segunda venida de Jesucristo.  Por eso, como parte de nuestra educación, de nuestra preparación, del plan de estudios, Dios define el estándar de conducta, incluyendo situaciones extremas, cuando somos objeto del odio de otros.  Si la cultura del cielo es amor, “porque Dios es amor” (1 Juan 4:8), entonces nuestro estándar de conducta es el amor, aún cuando quien es el receptor de éste no lo merece.  ¿No hace lo mismo Dios cuando “hace llover sobre justos e injustos”? (Mateo 5:45).  Jesús continúa diciendo en el tan famoso Sermón del Monte: “Porque si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿Acaso no hacen lo mismo los cobradores de impuestos?  Y si ustedes saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de más? ¿Acaso no hacen lo mismo los paganos?” (Mateo 5:46-47).  Y termina diciendo: “sean ustedes perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto” (v48).

El enfoque del amor a los enemigos, no son los enemigos, sino la asimilación de la cultura del cielo, como cuando Jesús mientras se burlaban, lo maltrataban y crucificaban: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

viernes, 21 de abril de 2017

Relaciones sociales - 1 Pedro 4:8

He aprendido que para quienes nos gusta cocinar, pero no sabemos hacerlo, o estamos aprendiendo, muy seguido nos excedemos con algún ingrediente, desde agua, apio o comino, hasta la sal.  Esto sin contar las veces cuando hemos cocinado el platillo de más, o cuando dejamos la comida medio cruda.  En casos como esos, y con la ayuda de alguien experto o con más experiencia, acudimos a ciertos trucos para ayudarnos a eliminar o reducir el daño causado.  Algunos de estos trucos es el uso de productos lácteos cuando la comida es muy picante, o también azúcar o miel.  O cuando ha quedado muy condimentada, se le puede acompañar con almidones, como arroz o pasta, según me dicen.  Todo para eliminar o disimular las imperfecciones o falta de experiencia del cocinero.

El apóstol Pedro hace uso de la misma lógica cuando dice: "ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados" (1 Pedro 4:8), dentro de una serie de consejos para aliviar las tensiones interpersonales y promover la cordialidad entre los creyentes.  Para la frase "porque el amor cubre infinidad de pecados,” otras versiones un poco menos literales y más ajustadas a nuestro idioma actual dicen: "porque el amor perdona muchos pecados" (DHH), "porque el amor borra los pecados" (TLA), "porque el amor es capaz de perdonar muchas ofensas" (PDT).

Evidentemente para el Apóstol Pedro, sí hay un ingrediente que ayuda a eliminar, o minimizar los defectos de los individuos en su interacción ya sea a nivel matrimonial, familiar, académico y/o laboral.  Entonces el secreto para la unidad, o la cooperación no descansa en la ausencia de defectos de sus componentes, sino en la medida que el amor forme parte de tal interacción.  Somos humanos, por definición somos imperfectos; hemos recibido una herencia con tendencia al egoísmo y a la rebelión.  Además, cargamos con los genes de nuestros padres, como también lesiones físicas y emocionales que nos llevan a actuar en forma destructiva, eso sin incluir la influencia de nuestro entorno sociocultural, económico, político y religioso.  Es mucho lo que cargamos sobre nuestros hombros como para suponer que el secreto es dejar de ser humanos.  Antes bien, Pedro reconoce nuestras deficiencias naturales y, sin condenarlas, nos da un ingrediente que las neutraliza.

La Palabra que el apóstol Pedro utiliza es ágape, una de las cuantas palabras que en español hemos traducido como amor, pero la que encierra la mayor cantidad de altruismo, en contraposición del egoísmo.  El amor con el que Dios nos amó tanto, que envío a Jesucristo para que quienes creamos tengamos vida eterna (Juan 3:16).  El apóstol indica: "ámense intensamente los unos a los otros."  Cumplir con éste pedido es antinatural para nosotros, tal vez por eso Pedro indica "intensamente" (ekteíno), que también puede traducirse como fervientemente, constantemente, intencionalmente, sin cesar.  Evidentemente, requerimos tomar una decisión consciente, de adoptar una perspectiva que desafía nuestras tendencias, para amar a aquellos con quienes interactuamos y así, haciendo ellos lo mismo, soportarnos mutuamente nuestras imperfecciones.

Si ponemos atención, la dinámica es bastante clara: amo para disminuir mi percepción de las deficiencias de los demás, y los demás me aman para cubrir o soportar mis deficiencias.  Como cuando un joven y una joven se enamoran, indicando el uno que el otro es "perfecto"...  Obviamente no lo es, pero el amor le hace descartar o ignorar sus defectos y resaltar sus virtudes.  Situación contraria meses o años después, cuando el amor se acaba, y donde ahora se descartan e ignoran las virtudes para resaltar y acentuar los defectos.


Más allá, sin embargo, del beneficio temporal y terrenal en nuestras interacciones interpersonales, el adoptar éste consejo divinamente inspirado nos llevará a elevar nuestra existencia para ponernos a disposición y vulnerables a la intervención divina quien trabaja intensamente para transformarnos y ayudarnos a incorporar y asimilar en nuestras vidas la cultura del reino de Dios, la cultura celestial, pues "Dios es amor" (1 Juan 4:8), y el que comenzó en nosotros "la buena obra," la estará perfeccionado cada día, de acuerdo a nuestra disponibilidad, hasta culminarla definitivamente en "el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6).

viernes, 14 de abril de 2017

Ser - 1 Pedro 2

Un viernes de tarde, del otoño de 1996, jugaba con mis compañeros de universidad un partido de fútbol.  Por lo que me cuentan, en ese partido de fútbol, que no recuerdo contra quién jugábamos, me tocó jugar de delantero.  Para serte sincero, de ese día, y de ese insistente en particular, sólo tengo pocas y breves escenas, por lo que la mayoría de lo que te voy a relatar es la recopilación de lo que otros me han contado.  Según me cuentan, un compañero hizo un centro al área y yo corrí a tratar de cabecear.  El portero del equipo contrario también fue por el balón lo que provocó que ambos chocáramos.  Por el choque, caí de espaldas y evidentemente golpeé la cabeza con el suelo.  Dicen mis compañeros que me levanté del suelo, me sacudí, e hice por seguir jugando.  Sin embargo, de tanto en tanto, me acercaba a uno de mis primos, que también estaba en mi equipo, para preguntarle datos básicos del juego, tales como: contra quién estábamos jugando y si estábamos ganando.  Cuenta mi primo que cada minuto o dos me acercaba a él para hacerle la misma pregunta, hasta que después de unas cuantas veces creyó mejor sacarme del juego y llevarme a casa, donde me metí a bañar, y como había perdido la memoria a corto plazo, como en la película de Buscando a Dory (Finding Dory), me lavé la cabeza una y otra vez hasta que me acabé el shampoo.  Una vez bañando, me llevaron a mi cuarto para que descansara y fuese atendido.

La razón por la que te relato esta experiencia es por el impacto que, según me cuentan, causó en mi cuando comencé a recuperar la memoria, de lo que sólo tengo breves destellos, como cuando mi abuela entró al cuarto para ponerme alcohol en la frente, o cuando entraron a mi cuarto algunos primos para visitarme.  Me cuenta mi hermana que cuando comencé a despertar, quienes estaban en el cuarto comenzaron a hacerme preguntas, mi hermano para reírse, y los demás, supongo, para ayudarme a recuperar la memoria.  Entre risillas comenzó a describir las diferentes reacciones cuando redescubrí quién era, mi nombre, que me encontraba en el cuarto año de teología, que tenía una novia, que estaba aprendiendo hebreo y que era el director del club de Guías Mayores Na'ar Shalem.  Ante cada descubrimiento hacía una exclamación de incredulidad, jocosa para quienes estaban presentes, para luego quedarme por un momento callado, como tratando de registrar la información, impresionado por quien era.

Cuando leemos el segundo capítulo de su primera carta, Pedro pareciera hacer mucho énfasis en que sus lectores recuperen la memoria y recuerden que “son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9).  La versión Dios Habla Hoy traduce el texto de la siguiente manera: “Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios.”  Pedro quiere que su audiencia, que por designación divina ahora también nos incluye a nosotros, encuentre sentido a su existencia que les lleve a entender cuál es su misión, pues ¿cómo saber el propósito de nuestra vida cuando no sabemos quiénes somos?

Cuando leemos completo el versículo previamente citado, encontramos que “ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable,” de donde personalmente rescato dos palabras: “son” y “para”, un verbo y una preposición.  Evidentemente no son las palabras ricas en significado y románticas en comparación con las demás que están en el versículo, sin embargo, son las que le dan sentido.  La primera nos introduce a nuestra identidad, la segunda a nuestra razón de ser, pues para hacer (“para”) debemos primero ser (“son”).

Sí, tenemos una misión, que solamente identificamos y comprendemos cuando entendemos quiénes somos.  Sin embargo, y de acuerdo a lo que extraigo de la carta de Pedro, para verdaderamente ser, debemos también dejar de ser.  Permíteme te explico.  Este capítulo comienza de la siguiente manera: “Por lo tanto, desechen toda clase de maldad, todo engaño e hipocresía, envidias y toda clase de calumnia” (v1), y añade más adelante: “Antes, ustedes no eran un pueblo; ¡pero ahora son el pueblo de Dios!” (v10), y después: “les ruego que se aparten de los deseos pecaminosos que batallan contra el alma.  Mantengan una buena conducta” (vv11-12), “muéstrense respetuosos de toda institución humana… Respeten a todos” (vv13,17).  Y termina diciendo: “Porque ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora se han vuelto al Pastor que cuida de sus vidas” (v25).  Una y otra vez Pedro insiste en redefinir quienes somos contrastándolo con lo que éramos y con lo que no debemos ser.

Obviamente, hay una lucha interna, pues no podemos negar nuestra naturaleza humana donde heredamos una constante tendencia al egoísmo y a la rebelión.  Por eso, para alimentar nuestro nuevo ser, para fortalecer nuestra nueva identidad, Pedro nos recomienda: “Busquen, como los niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por medio de ella crezcan y sean salvos” (v2), “Acérquense a él, a la piedra viva” (v4), pues Jesucristo “llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados.”

Así, y con la ayuda de la deidad completa, para hacer, debemos primero ser.  Y para verdaderamente ser, debemos primero dejar de ser.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sábado visto a través de los ojos de un gentil

Unos cuantos días atrás estaba escuchando por radio cómo un pastor explicaba su creencia, basada en la Biblia, del Domingo como día de reposo en lugar del Sábado. En su explicación presentaba razonamientos que, descuidando el contexto general de la Biblia, sonaban lógicos y contundentes. Presentaba cómo Jesús, el día Domingo, había resucitado, y se había aparecido a sus discípulos, resaltando la importancia que Jesús le había dado a ese día definiendo, de esta forma, los parámetros para el nuevo pacto.

Quiero dedicar el espacio que sigue a compartir contigo algunos pensamientos y reflexiones derivados de un versículo que un par de años atrás me impactó, específicamente mientras estudiaba este tema, preparándome para una plática que tendría con un grupo de ex adventistas que desafiaban nuestra posición con respecto al Sábado. Dentro de muchos textos del Nuevo Testamento que encontré, comparto contigo el siguiente: "Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento" (Lucas 23:56).

El contexto trata de la muerte y sepultura de Cristo ese Viernes tan devastador para los seguidores de Cristo. Lo interesante del texto, sin embargo, no es que las mujeres hayan descansado el día de reposo (Sábado), pues quienes atacan nuestra posición dirían que fue en la resurrección que se estableció el primer día de la semana como día especial de adoración a Dios. Lo interesante de este texto está en el narrador, ¿te habías puesto a pensar en ello?

Poniendo el texto en perspectiva: Lucas, un gentil, escribiendo a gentiles por allí del año 62 d.C., sin haber conocido a Jesucristo en persona, relata los momentos memorables de su vida, muerte y resurrección, habiendo adquirido toda esa información a través de la investigación, platicando con quienes sí fueron testigos oculares de lo sucedido (Hechos 4:20).

Al relatar los eventos de ese Viernes de la crucifixión, nos dice, como parte del relato, lo siguiente: "Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo..." Y entonces añade un comentario personal: "...conforme al mandamiento." Es decir, Lucas, 40 años después de la muerte y resurrección de Cristo, escribiéndole a gentiles se ve en la necesidad de clarificar con la frase, "...con forme al mandamiento", dentro de su relato. Tal vez si hubiese sido mateo quien lo dijera podríamos decir que fue un judío escribiéndole a los judíos, pero no; un gentil, ajeno a las prácticas judías, relatando una historia a lectores gentiles, ajenos a las prácticas judías entiende que hay una razón aún vigente en sus días para descansar el Sábado, pues es que hay un mandamiento de por medio (trataremos el 4to mandamiento en el siguiente escrito).

No nos debe sorprender, entonces cuando Jeremías dice: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo." Si te das cuenta, el nuevo pacto es una promesa de que ahora la ley de Dios estará en nosotros (pronto trataremos este tema). pablo reafirma este mismo pensamiento en Hebreos 8:10.

La reflexión de hoy no pretende resolver y aclarar todas las dudas posibles, para eso tenemos el resto de la Biblia, pero sí presentar un elemento más que afirma que que Dios no es hombre para andar cambiando de opinión (Números 23:19). Antes bien, sabiendo que nosotros dependeríamos de nuestra relación con él, apartó un día, desde la fundación del mundo, antes de la entrada del pecado y de las divisiones étnicas y religiosas para establecer un día especial, una cita de 24 horas con tintes de salvación.

lunes, 18 de enero de 2010

La regla de oro (Mateo 7:12)

Fue, tal vez, una gran sorpresa darme cuenta que no fue Cristo el originador de "La Regla de Oro", promotora de un alto nivel ético y moral en las relaciones interpersonales. Interesantemente ya cinco siglos antes del nacimiento de Jesucristo diferentes filosofías manejaban ya el mismo principio, que, a través de la historia a sido utilizado en la educación de la humanidad para garantizar, de cierta forma, el trato justo entre las personas.

¿Te habías percatado que en más de una ocasión Cristo pareciera romper intencionalmente con ciertos formatos de comportamiento para resaltar en forma clara el principio limpio de elementos rutinarios y prejuicios? En este caso en particular, Cristo toma un concepto popular y lo incorpora a su mensaje calificándolo como, "la ley los profetas". Para ciertas mentes esto podría significar que el evangelio de Cristo no es puro y resultante y dependiente de filosofías e influencias externas meramente humanas. Obviamente esto contrasta con la autodenominación que Cristo se hace al decirse ser "el camino, la verdad y la vida", añadiendo en forma categórica, "nadie viene al padre, sino por mí."

Quiero compartir contigo, ahora, algo maravilloso pues, siendo que sí, el principio que la regla de oro presenta ya existía mucho antes del Sermón del Monte (sermón donde Cristo lo cita), Cristo lo presenta añadiéndole un elemento divino que él mismo puso en práctica.

Analizando las diferentes versiones de la regla de oro, descubrí que, antes de Cristo, o fuera de Cristo, el principio enfatiza la pasividad en el trato con los demás, por ejemplo, Confucio lo expresó de la siguiente manera: "no impongas en otros lo que no harías contigo." Pítaco (sabio griego) la expresó así: "No hagas a tu prójimo lo que te molestaría que te hiciera." En el Islam se expresa, "No lastimes a nadie para que nadie te lastime". Si te das cuenta en estos ejemplos, y muchos más existentes, expresan el no hacer para que no te hagan, es decir, es una presentación pasiva del principio, como lo expresó Benito Juárez, "El respeto al derecho ajeno es la paz".

Ahora analicemos la versión de Cristo: "todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas." Si te das cuenta, la versión que Cristo presenta es una versión pro activa, donde no invita a evitar, sino a involucrarse en forma positiva en el bienestar del prójimo.

Para entender un poco mejor lo que Cristo está implicando, quisiera que me acompañaras a leer Romanos 5:6-10: "Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida."

Quiero resaltar tres frases: 1) "aún éramos débiles", 2) "siendo aún pecadores", 3) "siendo enemigos". Si te das cuenta, estas tres frases definen nuestra condición antes y durante la primera venida de Cristo. Es decir, la iniciativa de Cristo por salvarnos no está ligada de ninguna forma con algún esfuerzo humano, y con todo, el texto asegura: 1) "murió por los impíos", 2) "murió por nosotros, 3) "fuimos reconciliados con Dios".

Como te podrás dar cuenta, la participación de Cristo en nuestra salvación es en forma activa y no pasiva. Cuando él nos invita a ser activos en el bienestar de nuestro prójimo, lo dice habiendo él mismo sido ejemplo de nosotros. El no actuó en forma pasiva, sino que aplicando el principio con el toque divino que él dio a la regla de oro, él hizo con nosotros, independientemente de nosotros, aquello que espera que nosotros hagamos con él, es decir, entregarnos a él de la forma en la que él se dio por nosotros.

jueves, 14 de enero de 2010

"Sean perfectos..." Mateo 5:48

Texto: "Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto" Mateo 5:48 (NVI).

¿Alguna vez habías leído, o escuchado citar este texto? ¿Te has puesto a pensar en el contexto en que se encuentra?

Entre los estudiosos de la Biblia se cita el siguiente pensamiento: "Un texto fuera de contexto es un pretexto..." Es decir, el contexto en el que se encuentra una frase o pensamiento ayuda a definir el sentido que el autor de dicha frase o pensamiento quiso hacerlo.

Personalmente fue una sorpresa grata cuando caí en conciencia sobre el contexto en el cual se encontraba el mandato de Cristo, "por tanto, sean perfectos..." Es decir, Jesús está aterrizando, concluyendo con una serie de pensamientos que desembocan y definen en la perfección de acuerdo a los parámetros de Dios. Te invito a escuchar uno de esos pensamientos: "Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en los cielos" Mateo 5:44,45 (NVI).

¿Te das cuenta de lo que te digo? ¡Cuando Jesús está hablando de perfección en este texto lo está haciendo desde la perspectiva de amar a nuestros enemigos! Por alguna razón nosotros, los adventistas, nos proyectamos automáticamente a elementos de obediencia y guardar los mandamientos, y aunque son necesarios, Jesús no se refiere a ellos en este momento, sino que hace referencia al amor hacia los enemigos como definidor de nuestra perfección, como bien Jesús lo distingue en el v45 donde se menciona que Dios manda su sol sobre justos e injustos.

¿Te acuerdas de la historia del joven rico (Mateo 19:16-22)?, donde un joven en su búsqueda de la vida eterna preguntó qué debía hacer. Jesús hace referencia a los mandamientos a los que el joven asegura haber guardado desde su juventud. Entones Jesús hace referencia una sola cosa que a este joven le hace falta: vender todo lo que tiene y darlo a los pobres... El joven no está dispuesto a amar a otros como a sí mismo (Mateo 22:39)... Y es que la obediencia sin amor no tiene validez (1 Corintios 13:1-3), y es en el amor sincero a quienes nos rodean que nuestra vida Cristiana adquiere validez (1 Juan 3:14).

Quiero concluir citando pensamiento del libro El Camino a Cristo: "El trabajo desinteresado por otros da al carácter profundidad, firmeza y amabilidad parecidas a las de Cristo; trae paz y felicidad al que lo realiza. Las aspiraciones se elevan. No hay lugar para la pereza o el egoísmo. Los que de esta manera ejerzan las gracias cristianas crecerán y se harán fuertes para trabajar por Dios. Tendrán claras percepciones espirituales, una fe firme y creciente y un acrecentado poder en la oración. El Espíritu de Dios, que mueve su espíritu, pone en juego las sagradas armonías del alma, en respuesta al toque divino. Los que así se consagran a un esfuerzo desinteresado por el bien de otros, están obrando ciertamente su propia salvación" (pp79-80).

La salvación no se encuentra en escuchar sermones bonitos y músicas especiales que nos hacen llorar. La salvación se encuentra en el amor y servicio desinteresado, como el de Cristo, hacia los demás.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Buenas noticias (Romanos 5:1,2)

Reflexionando sobre el efecto que ésta época del año tiene sobre los individuos y la sociedad en conjunto, me acerco más en mi esfuerzo por entender la seguridad y emoción con que los ángeles anunciaron el nacimiento del Mesías en Belén. No lo presentaron como un evento más, sino como un acontecimiento calificado como "nuevas de gran gozo" que introduciría una nueva etapa en el esfuerzo de Dios por rescatarnos.

Estamos a horas de comenzar un año nuevo, ¡el año 2010!, y quisiera compartir contigo un pasaje que a mi parecer resume la consecuencia de tan grande amor expresado en acciones por el cielo, con la esperanza de presentarte argumentos que te ayuden al comienzo de este 2010 seguro de la esperanza de vida eterna que se nos ha ofrecido como regalo.

Romanos 5: 1 y 2 dice de la siguiente manera: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios."

Comenzamos con el hecho de que, según el texto, ya somos justificados, entendido como "el acto divino por el cual Dios declara justo a un pecador arrepentido, o lo considera justo" (8CBA). No es un deseo si no una realidad segura. Si te das cuenta, la parte de Dios ya está hecha sin haber requerido de parte nuestra ningún tipo de iniciativa, "Justificados...", pues como dice el apóstol Pablo más adelante en el capítulo que "cuando aún eramos débiles", "siendo aún pecadores" y "siendo enemigos" Dios hizo su parte por iniciativa propia, motivado únicamente por el amor de él hacia nosotros.

Como el texto muy bien presupone, este acto de justificación de Dios, hecho realidad en la persona de Cristo al morir en sustitución nuestra, da pie a tres elementos que abrazamos, junto con la justificación, a través de la fe:
  1. Estamos en paz con Dios.
  2. Tenemos entrada a la gracia.
  3. Nos regocijamos en la esperanza.
Si al entran al año 2010 te sentía distante y no en armonía en tu relación con Dios, puedes avanzar seguro de que, aceptando su perdón, estás en paz con él. Más adelante en el pasaje leemos "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida" (Rom. 5.10), y el apóstol Juan recuerda a Jesús diciendo: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16.33).

Como segundo punto, se nos asegura que tenemos entrada a su gracia por la fe (que nuevamente se menciona como clave para disfrutar de estas bendiciones), entendiendo por gracia: "favor" y/o "bondad" departe de Dios para con nosotros. Es decir, Dios ha elegido, si le aceptamos, vernos con buenos ojos a pesar de no merecerlo. ¿Haz leído la versión que Dios tiene de el rey David? Escucha lo que Dios dijo de él: "...David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos" (1 Reyes 14.8). Tú y yo sabemos detalles de la vida del rey David que no concuerdan con la versión que Dios tiene de él, y sin embargo, Dios, al igual que lo hace con cada uno de nosotros, responde escogiendo vernos con buenos ojos, respondiendo a nuestro arrepentimiento sincero.

Como tercer punto, se nos dice que nos podemos regocijar, tomar orgullo, sentir agradecimiento en forma constante de la esperanza que tenemos. ¿Te recuerdas lo que dice Apocalipsis 21.1-4? Dice así: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."

Querido amigo, querida amiga, independientemente de los desafíos que puedas estar enfrentando y de lo que te depare este 2010, puedes estar seguro/a de lo siguiente: El perdón de Dios es un hecho, él ya murió en la cruz por tus pecados, por tal motivo, estas en paz con Dios, tienes acceso a su gracia, y puedes estar feliz porla esperanza que él te ofrece.

Que Dios te bendiga,

Ismael A. Castillo