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jueves, 2 de noviembre de 2017

La investigación

La desobediencia de nuestros primeros padres desencadena y nos hereda una serie de consecuencias siendo una de ellas la entrega de nuestra voluntad (1 Juan 3:8; Juan 8:44) y nuestra capacidad de discernimiento (Gén. 6:5; Jon. 4:11) al enemigo de Dios.  Desde entonces, nuestros pensamientos e ideas son imprecisas y partidarias generando lógicas, actitudes y comportamientos que comprometen y pervierten nuestra libertad e integridad (Mat. 15:3; Gén. 11:4).  Por eso Dios, en su Palabra, insiste en la importancia de que el ser humano se disponga a una dinámica de búsqueda, investigación y experimentación que lo lleve a un conocimiento personal de la verdad (Juan 8:32; White, 1946) y lo proyecte de una vida de mera supervivencia a una vida de trascendencia (Salmo 119:105; Juan 3:16).  Es necesario, entonces, que nos despojamos de presuposiciones ignorantes que limitan y obstaculizan un entendimiento apropiado y saludable de Dios (White, 1989) y un servicio inteligente y eficiente a él y a nuestros semejantes (White, 1971).  Jesucristo dijo que él había venido no sólo para que tuviésemos vida, sino para que la tuviésemos en abundancia (Juan 10:10).
Aunque se pueden tener razone egoístas, la investigación que proponen las Escrituras es siempre con la intención de amar a Dios y al prójimo con todo lo que esto conlleve (Prov. 1:7; Mat. 22:37-40).  Dándosenos ejemplos de tipos de investigación (Taylor, 2015), el objetivo de Dios es que nuestras capacidades y conocimientos sean utilizados siempre para “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:12).
Siendo que los “criterios seculares” para definir lo que es verdad no garantizan “que algo sea verdad” (Taylor, 2015), Dios indica: “¡A la ley y al testimonio! Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8:20), poniendo a las Escrituras como un punto sólido de referencia, y Jesucristo añadiendo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6), como la personificación de la verdad y, a diferencia del razonamiento humano (Canale, 2011), planteándosenos absolutos: “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efe. 4:5).
Antes que un limitador, la Biblia nos ofrece un fundamento apropiado para el aprendizaje, e investigación, de todas las disciplinas (Cafferky, 2017), pues “como medio de educación intelectual, la Biblia es más eficaz que cualquier otro libro o que todos los demás libros juntos” (White, 2009: 112).  En ningún momento Dios se ha mostrado pasivo en generar condiciones apropiadas para la investigación (Heb. 1:1-2; White, 1946) y es nuestra responsabilidad y privilegio internarnos en su estudio pues “Dios no domina nuestras mentes sin nuestro consentimiento” (White, 1955: 233).
Porque el tener los datos correctos no son garantía de llegar a las conclusiones correctas (Juan 5:39-40), Dios le ofreció a Josué una especia de fórmula que sumado a su influencia lo llevaría de la ignorancia y confusión a un entendimiento claro y un proceder correcto (Jos. 1:8).  El primer elemento es traducido por algunas versiones como: “Estudia este Libro de Instrucción constantemente,” (NLT) haciendo referencia a la Biblia.  A tal estudio, la indicación añade que el investigador deberá dedicar tiempo a la meditación y reflexión, para entonces hacer las aplicaciones apropiadas y necesarias.

Referencias

Cafferky, M.  (2017).  Scriptural foundations for academic disciplines: A biblical theme approach.  En The journal of Adventist Education, 1.  Recuperado de: https://jae.adventist.org/en/2017.1.4
Canale, F.  (2011).  ¿Epistemología bíblica para la investigación adventista? Una propuesta de trabajo.  En Revista Apuntes Universitarios, 1(1), 119-141.  doi: http://dx.doi.org/10.17162/au.v0i1.10.g265
Taylor, J. W.  (2015, Febrero 6).  Fundamento bíblico para la investigación [Video file].  Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=DlqCqfHB5oc&t=7s
White, E.  (1946).  Counsels to writers and editors.  Nashville, TN: Southern Publishing Association.
White, E.  (1955).  El deseado de todas las gentes.  Pacific Press.
White, E.  (1971).  Consejo para los maestros.  Pacific Press.
White, E.  (1989).  Consejos sobre la salud.  APIA.

White, E.  (2009).  La educación.  APIA.

sábado, 13 de mayo de 2017

Liderazgo - 1 Pedro 5:1-11

Unas cuantas semanas atrás termine de leer un libro titulado "Como matar 11 millones de personas," de Andy Adrews.  En él, el autor trata de encontrar la lógica de tras de los grandes genocidios de la historia.  Cómo es que una sociedad determinada, educada, avanzada, civilizada, llega al punto de razonar y aceptar la exterminación de todo un grupo de personas por motivos raciales, politicos o religiosos.  Dentro de los muchos argumentos que presenta el autor, hay uno que me llamó fuertemente la atención.  Escribió, según recuerdo: "Para matar 11 millones de personas hay que mentirles..."

Los registros muestran como poco a poco éstas ideas nocivas fueron plantadas en las mentes de tales sociedades y de las víctimas hasta llegar al punto de que un grupo pequeño de individuos llega a dominar y manipular a un gran numero de personas hasta hacerles creer que aquello que en otro tiempo habrían supuesto como malévolo y horrendo, es en realidad correcto y necesario para el bienestar común, de la mayoría.  Obviamente podemos encontrar ejemplos de este proceder en muchos de los gobiernos en los diferentes países hoy en día, sin embargo el objetivo de este espacio no es entrar en terrenos de la política y de los gobiernos.  Sin embargo, la conclusión del autor nos da pie a hacer unas cuantas aplicaciones pertinentes a nuestra realidad, como seres humanos y como hijos de Dios.

¿Cómo es que el enemigo de Dios puede impedir la salvación de los hijos de Dios?  La respuesta sería la misma, ¿no crees?  Mintiéndoles...  Desde el Génesis, el capítulo tres, la serpiente, que de acuerdo a Apocalipsis 12 es "la serpiente Antigua que se llama Diablo y Satanás" (v9), responde a la indicación de Dios citada por Eva: "No morirán.  Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal" (vv4-5).

El apóstol Pedro, en su primera carta, específicamente el capitulo 5 y los versículos 1-11, responde a la version distorsionada de Satanás en lo que tiene que ver con nuestras relaciones interpersonales y el ejercimiento del liderazgo y el servicio a otros.

En primera instancia, mientras es el egoísmo la propuesta primaria de Satanás, Pedro cita el altruismo.  Nos pide que procedamos “de manera voluntaria y con el deseo de servir, y no por obligación ni por el mero afán de lucro. No traten a la grey como si ustedes fueran sus amos. Al contrario, sírvanle de ejemplo” (v2-3).  El objetivo primario no es la recompensa sino el servicio en sí.  Somos responsables de cumplir nuestra parte sin desear recompensa.  Y es a través de la intervención divina que obtendremos satisfacción, pues continua diciendo: “cuando se manifieste el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona incorruptible de gloria” (v4).

Una segunda clarificación es la humildad por sobre la soberbia.  Pedro indica: “Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes” (v5).  En dos versículos {edro hace referencia a la humildad:

También ustedes, los jóvenes, muestren respeto ante los ancianos, y todos ustedes, practiquen el mutuo respeto. Revístanse de humildad, porque: «Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes  Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.

Evidentemente Pedro insiste en la importancia de la humildad como ingrediente indispensable para el servicio desinteresado.  Debido a la ansiedad que esta lucha interna produce, Dios promete intervenir y generar en nosotros paz (v7).

Por ultimo, Pedro hace referencia a las acechanzas de Satanás, pero no hay que vivir con miedo, sino valientemente deberemos mantenernos firmes, haciéndole frente.  No somos los únicos que sufrimos (v9).  Además, a través de la intervención divina, obtendremos la victoria.

viernes, 31 de marzo de 2017

Pedro

No se nos da mucha explicación.  Simplemente que "tuvo miedo"; una emoción primaria muy humana como respuesta vital a un peligro inminente, real o supuesto, que atenta contra nuestra integridad física o emocional, y juzgando por el relato, Pedro tenía suficiente evidencia para justificarlo pues era un “fuerte viento,” que además era contrario y azotaba a la barca (Mateo 14:24,30).  Pero era Pedro, el líder, columna del movimiento cristiano, el portavoz de los discípulos, que aunque impulsivo, era de sentimientos nobles.

¿Recuerdas cuando Jesús le indicó: “echad vuestras redes para pescar,” después de que Pedro lo hubiese intentado toda la noche sin éxito?  Sí, Pedro era de sentimientos nobles: “toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red” (Lucas 5:4-5).  O cuando categóricamente contesta a Jesús: “tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16), indicando que él no pertenece a un movimiento más, sino a el movimiento que, aunque aún no comprende del todo, cumple con las profecías mesiánicas.  ¿Y ante la inminente adversidad?: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte” (Lucas 22:33).

Pero fue Pedro quien pide a Jesús: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (Mateo 14:28).  Evidentemente la tormenta y el miedo no fueron factor por un momento en la historia.  Mateo nos cuenta que Pedro descendió de la barca y “andaba sobre las aguas para ir a Jesús” (v29).  Parece no tener miedo, parece ignorar la tormenta.  Sin embargo, de repente, sin previo aviso, el viento y las olas, que previamente habían sido irrelevantes, se convierten en relevantes, inclusive por encima de la Palabra de Jesucristo y “tuvo miedo”, como cuando quiso convencer a Jesús en contra del cumplimiento de su misión (Mateo 16:23), o como cuando lo negó tres veces (Lucas 22:54-62). o como cuando se intimidó ante los judíos llevándolo a despreciar a los gentiles (Gálatas 2:14).


En el mismo versículo, donde Mateo nos cuenta que Pedro tuvo miedo, también nos cuenta que Pedro “dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”  Acto seguido “Jesús, extendiendo la mano” (Mateo 14:30-31).  El texto no discute el deber ser de Pedro, sino que simplemente lo reconoce como humano y la inmediata respuesta de Jesucristo ante su pedido de ayuda.  Dos versículos que parecen indicar la vida completa de Pedro, y, tal vez, un formato que todos podemos seguir, como Juan escribió: “estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo” (1 Juan 2:1).