viernes, 27 de febrero de 2015

Palabras de #verdad, #Proverbios 22-24

Al tratar de convencer a alguien de algo o al dar un consejo, hacemos uso de por lo menos dos tipos de información: aquella más individualizada que parte de argumentos basados en valores, principios, creencias y/o fe de una determinada sociedad, grupo u organización, y aquella menos personal que utiliza como argumento hechos que han sido observados y comprobados y que no dependen necesariamente de puntos de vista particulares. Salomón pareciera recordar a sus aconsejados que él ha utilizado ambas, "consejos y en ciencia" (Proverbios 22:20), términos hebreos que también podrían traducirse como deliberación, consulta conjunta, y conocimiento y sabiduría. Y sin embargo, para el desarrollo apropiado del carácter, aún no es suficiente. El aconsejado debe tener una disposición activa a escuchar y ejecutar el consejo; "Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría" (Proverbios 22:17).

A diferencia de otros escenarios, el que Salomón describe en el libro de Proverbios claramente responde a leyes y autoridades superiores a las humanas. Sus consejos no se detienen en bienestar y prosperidad, sino que reconocen la responsabilidad del ser humano de responder a Dios aún cuando las leyes humanas nos justifiquen. En la lucha por sobrevivir y "prosperar", la codicia nos lleva a considerar métodos que generalmente atentan contra la integridad nuestra y la de aquellos que carecen de recursos para defenderse (Proverbios 23:17 y 24:19-20). Por eso Salomón insiste: "Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren" (Proverbios 22:23). Pero aún aquí, en declaraciones tan amenazantes como ésta se asoma la misericordia divina.

¿Recuerdas el caso del Rey David? 2 de Samuel 11 y 12 describen la acción deshonesta y vergonzosa de David, junto con el regaño recibido por parte del profeta Natán. Sí, David se aprovechó del pobre, sacó ventaja de su posición y, codiciando la mujer del prójimo, cometió adulterio y después homicidio, para cubrir sus acciones. Sí, "Jehová juzgará la causa de ellos", y "para el malo no habrá buen fin" (Proverbios 24:20). Pero al considerar el completo de las Escrituras, cuando entremos al cielo, habrá un momento donde Urías, Betsabé y David se encontrarán... En 1 Reyes 14:8 Dios describe a David como quien "guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos." Sí, Dios vela por la integridad de los más indefensos, pero también perdona el alma arrepentida (Salmo 32 y 51). El concepto de justicia divina y salvación escapa la comprensión del ser humano.

Como se mencionó previamente, la codicia y autocomplacencia también nos llevan a atentar con contra nosotros mismos. Proverbios se detiene en el consumo de alcohol (Proverbios 23:29-35), y también hace referencia a la alimentación. Salomón nos indica que la comida puede ser mal utilizada tanto en términos fisiológicos como en el ámbito social (Proverbios 23:1-8).

Dios nos ha encomendado la tarea de instruir, para que nosotros seamos también instruidos. De acuerdo al cielo, tenemos la responsabilidad compartida en la salvación de nuestro prójimo (Proverbios 24:1). Aunque el Espíritu Santo es quien convence de pecado, y Jesucristo quien nos sustituye ante la ley, está en nosotros educar e instruir. Satanás ha pervertido ésta comisión y algunos la confunden con el uso descuidado de la información relacionada a nuestro prójimo, algo que Proverbios condena terminantemente (11:13, 20:19 y comparar Levítico 19:16). El trato con las deficiencias y pecados de los demás está ampliamente discutido en las Escrituras que sugieren un delicado equilibrio que nos lleva de la indiferencia a la pulcritud, del chisme a la intervención para restauración.

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