viernes, 13 de febrero de 2015

¿Cómo tratar con las peleas?, #Proverbios 17-19

Varios meses atrás terminé de ver una mini serie por televisión la cual me dejó con varios pensamientos, y me sirvió para la reflexión.  Quise saber si habría una siguiente temporada, por lo que me metí en Internet a investigar, y dentro de las muy pocas referencias al respecto, encontré una entrevista hecha al protagonista de la serie, que además era también el escritor.  Fue una entrevista no muy larga, menos de diez minutos, y dentro de las preguntas que le hicieron, fue justamente lo que yo quería saber.  ¿Habrá una siguiente temporada?  A lo que el escritor/actor contestó que aún lo había evaluado, pero que lo más seguro era que no.  Los entrevistadores le sugirieron, entonces, que considerara hacer una película y allí tratar y dejar definidos algunos elementos de la serie que habían quedado sin definir.  El escritor/actor lo pensó un par de segundos, y dijo que sí, que ya se lo habían sugerido, pero que debía dedicar tiempo a pensar bien en el argumento y así justificar la hora y media que duraría la película.  Más allá de la posibilidad de una siguiente temporada o una película, me impactó eso último que el escritor/actor había dicho, y recordé lo que en cierta ocasión me dijo el Ptr. Mario Collins, "No es lo mismo tener algo que decir, a tener que decir algo."

Muchos de los conflictos interpersonales a los que nos vemos expuestos son el resultado del mal uso de información y una pobre elección de palabras.  En mucho más de una ocasión hemos cedimos a la tentación de "tener que decir algo", cuando la Biblia, y el libro de Proverbios, nos han encomendado la delicada y fundamental responsabilidad de proteger la integridad y reputación de nuestro prójimo.  Mientras que el versículo 11 de Proverbios 17 nos recuerda de la importancia de controlar nuestra reacción a la ofensa, el versículo 9 nos advierte de las consecuencias de divulgar las faltas de los demás.  En el escenario de la vida en sociedad, ya sea en la iglesia o en el barrio, el manejo de información ajena no es algo que hacemos con el mayor de los cuidados o las más elevadas exigencias de ética.  Mientras tenemos la mutua responsabilidad de corrección y consejo (Proverbios 17:10 y 19:25), tenemos también definidos los parámetros para hacerlo (Mateo 18:15-18).

La Biblia presenta un caso registrado en Juan 8:1-11.  Dentro de las muchas lecciones que se pueden extraer de esta historia, hoy resalta el hecho de que los acusadores de la mujer adúltera tenían razón, "en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres" (v5).  El mandamiento es claro, "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14), y las consecuencias en la ley dada a través de Moisés eran fatales (Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:22).  Jesús, sin embargo, aseguró, "ni yo te condeno; vete, y no peques más" (v11).  Aunque tradicionalmente suponemos que a quien se protegió en esta historia fue a la mujer adúltera, Jesús, manejando ética y prudentemente información privada, protegió también a los acusadores.  Como habrás ya notado, ni tú ni yo sabemos qué escribió Jesús "en tierra con el dedo" (Juan 8:6).  Suponemos que fue algo grave, pues los llevó a uno por uno abandonar la escena.  Eran tal vez pecados que también tenían que ver con el adulterio y que los condenaban a ser apedreados, por el contexto de la historia, y sin embargo, aún no sabemos qué escribió Jesús.  Porque el objetivo principal del cielo al establecer los parámetros del gobierno de Dios no es el de tratar "de condenar sino de salvar" (DTG 427).

En ésta dinámica de vivir en sociedad, no podemos permitir que lo que suponemos tenga más peso de lo que en realidad es.  Salomón nos dice que el "que responde palabras antes de oír, le es fatuidad y oprobio" (Proverbios 18:13), y "justo parece el primero que aboga su causa; pero viene el adversario, y le descubre" (Proverbios 18:17).  No es una realidad poco común la tediosa tarea de tomar el tiempo para aclarar versiones y reinstalar la verdad por sobre la suposición (Proverbios 18:6-8).  Por eso la validez de la advertencia de Jesucristo cuando dijo: "Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.  Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo 12-36-37).

Consciente de nuestras deficiencias (Proverbios 19:9,28), Jesús nos dejó una estrategia para restringir y limitar el daño que podemos causar en nuestras relaciones interpersonales por el mal manejo de información, donde las diferencias, suposiciones y versiones se resuelven en el círculo más íntimo posible: "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.  Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.  De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (Mateo 18:15-18).

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