Supongo
que era un 9 de mayo por
la noche,
y tal vez habré
tenido
unos 8
ó 9
años de edad. En
la parte de atrás de una camioneta, junto con nuestros profesores,
fuimos de casa en casa interpretando el simple pero significativo
repertorio, con las siempre expresiones de agradecimiento de cada una
de nuestras madres. Recuerdo que habíamos terminado de catar en una
casa y nos subimos de
nuevo a
la camioneta para
dirigirnos a la siguiente casa.
Tratando de hacerme el chistoso, ante la mirada incrédula de mis
amigos, hice como que tocaría un cable de electricidad que
colgaba no muy por encima de la camioneta cuando
de repente sentí un fuerte jalón de cabellos
que me dejó sentado, humilde. Uno de los profesores, al ver mi
imprudencia, realizó una acción dramática, que seguramente no
habría hecho en otras circunstancias, como
por ejemplo, no traer la tarea.
Pero
en ese momento mi
vida corrió
peligro, y la acción del profesor correspondió
a
la ocasión.
Al leer Proverbios, por momentos, Salomón utiliza calificativos que podrían considerarse dramáticos, agresivos e inclusive ofensivos, tal vez como jalones de cabello, tales como, “...el hombre es reducido a un bocado de pan” (Proverbios 6:26), o “...como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado” (Proverbios 7:22). A entender de Salomón, éste vocabulario es necesario pues es “camino de vida las reprensiones que te instruyen” (Proverbios 6:23). Asegura que la información que comparte no sólo posibilita la supervivencia sino que además nos proyecta al desarrollo óptimo de nuestras posibilidades (Proverbios 6:23), por lo que sugiere algunas estrategias utilizando lenguaje metafórico para ayudarnos a intencionalmente exponernos a la influencia de sus consejos, y poder así asimilarlos: “Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello... Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón” (Proverbios 6:21 y 7:3).
Al leer Proverbios, por momentos, Salomón utiliza calificativos que podrían considerarse dramáticos, agresivos e inclusive ofensivos, tal vez como jalones de cabello, tales como, “...el hombre es reducido a un bocado de pan” (Proverbios 6:26), o “...como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado” (Proverbios 7:22). A entender de Salomón, éste vocabulario es necesario pues es “camino de vida las reprensiones que te instruyen” (Proverbios 6:23). Asegura que la información que comparte no sólo posibilita la supervivencia sino que además nos proyecta al desarrollo óptimo de nuestras posibilidades (Proverbios 6:23), por lo que sugiere algunas estrategias utilizando lenguaje metafórico para ayudarnos a intencionalmente exponernos a la influencia de sus consejos, y poder así asimilarlos: “Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello... Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón” (Proverbios 6:21 y 7:3).
La
segunda mitad del capítulo 6 y todo el capítulo 7 están dedicados
a advertirnos de los peligros de exponernos a caer en adulterio. En
los versículos
6
al 23 del capítulo 7 de Proverbios, Salomón pinta una ilustradora
escena. En ella una mujer casada seduce magistralmente a un joven
hasta hacerlo caer. Sus argumentos son irrefutables, y la
oportunidad inmejorable. Y es que el
pecado nunca se presentará como una mala idea.
Pero, “¿Tomará el hombre fuego en su
seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas
sin que sus pies se quemen?”
(Proverbios
6:27 y 28).
Salomón
es insistente. Entiende los peligros de involucrarse en una relación
tal y dice: “Mas el que comete
adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal
hace”
(Proverbios 6:32). No porque podamos razonarlo
significa que podemos justificarlo. “Hay
camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de
muerte”
(Proverbios 14:12). Sorprende lo absoluto que es Salomón al
describir las consecuencias del adulterio, por irresponsabilidad o
ingenuidad: “su
afrenta nunca será borrada... no perdonará en el día de la
venganza. No aceptará ningún
rescate, ni querrá perdonar... aun
los más fuertes han sido muertos por ella. Camino
al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte”
(Proverbios 6:33-35; 7:26 y 27).
Es
mucho el riesgo que se corre y mucho lo que
se pierde para lo poco que se gana.
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