Si no es
que todos, la gran mayoría de nosotros hemos sido instruidos que somos únicos y
especiales, y más de uno creció bajo la protección celosa de sus padres. Salomón dice él también haber crecido bajo
esas condiciones favorables, “yo también fui hijo de mi padre," dice, “delicado
y único delante de mi madre" (Proverbios 4:3). Sin embargo como él, tarde o temprano somos
expuestos a la realidad de la vida, donde pasamos de ser hijos delicados a simple y bruscamente uno más. Por eso la insistencia: "Oíd... estad
atentos... Retén... guárdalo... inclina
tu oído." Es la disposición a saber
recibir y saber aplicar consejo la herramienta que nos capacita para hacerle
frente con satisfacción a la vida. Proverbios es un libro lleno de consejos pero
que son completamente inútiles si se quedan en tinta y papel. “Mas la senda de los justos es como la luz de
la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios
4:18), mientras que los impíos en oscuridad “no saben en que tropiezan"
(Proverbios 4:19).
Dentro de
la serie de consejos y estrategias para hacerle frente a la vida, Salomón
resalta “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”
(Proverbios 4:23). Y es que una vez habiendo experimentado algo, ya no
podemos desexperimentarlo, una
vez que una información se registra en nuestra mente, nuestro corazón, ya no podemos desregistrarlo. Aprendemos a vivir con esa información y experiencias
y podemos encausarlas para mejorar nuestro presente y futuro, pero una vez
vividas, no podemos desvivirlas. Por eso advierte Salomón que aunque “los
labios de la mujer extraña destilan miel… su fin es amargo como el ajenjo”
(Proverbios 5:3 y 4). Su llamado es
dramático y urgente: “Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de
su casa” (Proverbios 5:8). Pues mejor es
alegrarse con la mujer de la juventud y saber satisfacernos con sus caricias
(Proverbios 5:18 y 19).
Porque es importante mantenernos en curso, Salomón
recomienda examinar la senda de nuestros pies (Proverbios 4:26 y 27), como una
estrategia eficiente de autoevaluación, no a los estándares del vecino, los
miembros de iglesia o los personajes de la televisión, sino a los parámetros
establecidos en su palabra. En el
capítulo 6 de Proverbios, Salomón nos advierte en contra de la
irresponsabilidad en el uso de nuestras palabras (vv1-5), la pereza (vv6-11) y
las actitudes y prácticas que Jehová aborrece (vv12-19):
- Aunque en los últimos 50 años se ha hecho un esfuerzo aplaudible en favor del respeto a los derechos individuales y civiles, tal vez no se ha hecho el mismo énfasis en las responsabilidades. Aunque es cierto que hemos avanzado en relación a la libertad de expresión, debemos enfatizar la responsabilidad que esto conlleva. Una vez comprometidos por lo que hemos dicho, queriendo o sin querer, estamos empeñados, enlazados, presos, muchas veces la única solución honrosa es la de la humildad para reconocer y reconciliar lo que hemos disturbado con nuestras palabras.
- En relación a la hormiga, Salomón destaca que no requiere de motivadores externos para hacer lo que sabe que debe hacer. La hormiga tiene, en este caso, dos virtudes: 1) Sabe lo que debe hacer, y 2) lo hace.
- En la lista que Salomón hace de las características de los malos y depravados, en dos ocasiones apunta al individuo que “siembra discordia”. No para que lo identifiquemos de entre quienes nos rodean, pues difícilmente lo podremos cambiar. Sino más bien para asegurarnos que no somos nosotros quienes cumplimos con esa característica, esa definición.
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