jueves, 11 de septiembre de 2014

El Sábado

Cocientes de que hemos podido pasar muchos conocimientos de generación en generación, en lo que concierne al séptimo día, pareciera que cada generación debe comenzar desde el principio y pasar por el proceso de asimilación de su observancia y relevancia.  La tendencia natural humana apunta a observar y practicar rituales, tal vez como obligaciones requeridas para apaciguar el castigo de Dios o ganar Su favor, tendencia que debe ser reeducada en cada generación, para hacer de los supuestos "requerimientos" de Dios herramientas que nos encausen vulnerables al proceso legal de salvación, develado por Dios en su Palabra.

La Biblia identifica a Jesucristo como el responsable directo en la creación (Juan 1:6; Colosenses 1:16; Hebreos 1:2), lo que nos lleva a concluir que la voz que se registra en Génesis 1:26, "hagamos al hombre", es la de Jesús mismo quien, a su vez, reposó y "bendijo el día séptimo, y lo santificó" (Génesis 2:3), por lo que Jesús no tiene problema en declararse "Señor aun del día de reposo" (Marcos 25:28).  ¿Cuál es la razón de su creación?  Por lo menos cuatro mil años después de su creación, Jesús nos recuerda que "el día de reposo fue hecho por causa del hombre" (Marcos 2:27), con propósitos vigentes que directamente benefician al ser humano que lo observa.  No es un día de abstinencia, sino la oportunidad de involucrarse activamente en la vida del prójimo, como la ley de oro invita (Mateo 7:12), procurando su bien, tal y como Dios lo hace en y por nosotros (Juan 5:17).

En Nazareth, leyendo un sábado en la sinagoga, como era su costumbre asistir, Jesús utiliza a Isaías 61:1 y 2 como el descriptor oficial de su obra entre nosotros: "El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor..."  El sábado se convierte, entonces, en una avenida para continuar cumpliendo con éste cometido, pues "es lícito hacer el bien en los días de reposo" (Mateo 12:10-12).  Jesús no busca abrogar la observancia del séptimo día, el sábado, sino restituir su correcto propósito y observancia.

  "Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo" (Mateo 24:20), dijo Jesús en relación a los eventos que sucederían en Jerusalén en el año 70 d.C.  El sábado nunca ha perdido su propósito, desde el momento en que fue creado, en un mundo perfecto, sin pecado, y sin grupos étnicos, hasta los años subsiguientes a la ascensión de Jesucristo (Hechos 13:14,42; 14:1; 17:2; 18:4), hasta hoy.

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