viernes, 2 de mayo de 2014

Cristo y el Sábado

En cierta ocasión de niño, mientras me quejaba de las múltiples tareas que mis padres me habían calendarizado durante mis vacaciones, parafraseando, mi madre me dijo: "Las vacaciones no son para desperdiciar el tiempo.  Las vacaciones son un cambio de rutina..."  En su momento, esas palabras generaron , en mí, mucha molestia.  Sin embargo, ahora no sólo las entiendo, sino que se las repito a mis hijos.

Como consecuencia de la naturaleza pecaminosa, los seres humanos tendemos a añadirle o quitarle al mandato de Dios, práctica muy penada en las Escrituras (Apocalipsis 22:18,19).  En relación al Sábado, mientras unos lo ignoran, otro hacen de él más de lo que fue la intención de Dios.  Entendiendo, pues, de que el Sábado fue instituido por Dios en un mundo perfecto, sin pecado, paralelo al origen del ser humano, y antes del establecimiento del pueblo Israelita (Génesis 2:1-3), cuyo mandato fue observado por los fieles aún antes del Sinaí (Éxodo 16), a lo que Dios verbalmente dijo "Acuérdate..." (Éxodo 20:8), observancia claramente detectable aún después de la ascensión de Jesucristo al cielo (Hechos 13:14, 42, 44; 16:13; 17:2; 18:4; Hebreos 4:9), es necesario que redireccionemos nuestro enfoque a la razón de su establecimiento.  Contrario a la opinión popular, principalmente fuera del adventismo, la observancia del sábado es resultado de una devoción y lealtad, no a una religión, denominación o movimiento  La observancia del sábado revela devoción y lealtad a un Creador.  Éste es el punto de partida, realidad que los Diez Mandamientos simplemente acentúan: "Acuérdate...  porque en seis días hizo Jehová..." (Éxodo 20:8-11).  De esta forma, el Cuarto Mandamiento, que supone el conocimiento de la ya existencia del sábado como día de descanso, santificado y bendecido, es un referente cíclico semanal que nos permite generar las condiciones para tocar base, es decir, para reflexionar en nuestro creador (Colosenses 1:16 y Hebreos 1:2), y libertador (Deuteronomio 5:12-15).

Retomando la discusión de nuestra tendencia a quitar o añadir a las Escrituras, por milenios hemos tenido problema con la frase "no hagas en él obra alguna..." (Éxodo 20:10).  ¿Qué significa?  La lección de Escuela Sabática habla de 39 leyes que prometían la observancia perfecta de éste mandamiento.  Así como las vacaciones no son el resultado de la ausencia de actividad, como en la ilustración que presenté al comienzo de ésta reflexión, de la misma forma, el sábado no es el resultado de la ausencia de actividad, sino una reorientación de las actividades.  La Lección de Escuela Sabática asegura que "el sábado no fue hecho para ser adorado, sino a fin de dar oportunidades para adorar".  De esta forma, las prohibiciones buscan generar el mejor ambiente para la devoción a Dios.  Así como el esposo y esposa buscan eliminar todo distractor para pasar tiempo de calidad y comunicación en una cita, el Sábado es nuestra cita semanal con nuestro creador.  Y así como un matrimonio depende del tiempo dedicado entre esposos, nuestra salvación depende del tiempo dedicado para estar con Dios.  Es, pues, el Sábado, una herramienta que le permite al ser humano acondicionarse para recibir la influencia de Dios, y no una carga (Marcos 2:27,28).

Además, el Sábado es un recordatorio constante de la promesa de que seremos recreados por nuestro Hacedor, para ocupar la posición original por la cual Dios nos dio la existencia (Isaías 65:17; 66:22; 2 Pedro 3:9-13; Apocalipsis 21:1; 2 Corintios 5:17; Gálatas 6:15; Apocalipsis 21;5.  El plan original de Dios no ha caducado.  Jesucristo realizó y realiza milagros los sábados (Marcos 3:1 al 6; Lucas 13:10 al 17; y Juan 5:1 al 9, y 9:1 al 14) como una primicia del cumplimiento total y definitivo de su plan de restauración.  Lo hermoso de esta obra se curación es que Dios se hace valer de los agentes humanos, haciéndolos partícipes del plan de re creación, pues es a través de una predicación, un canto, una oración, una visita, una prescripción, un abrazo que Dios se manifiesta entre nosotros recordándonos que su promesa será cumplida.

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