Al comunicarnos dentro de nuestras relaciones interpersonales, se recomienda que nunca utilicemos absolutos tales como: "es que tú siempre...", o "es que tú nunca...", ya que son declaraciones que generalmente son desleales a la realidad. Por eso se recomienda que siempre hagamos uso de palabras o expresiones que puedan reflejar en forma más honesta la realidad como: "a veces tú..."
La Biblia nos recuerda, sin embargo, que sí hay un lugar donde podemos confiadamente utilizar absolutos: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). ¿Te diste cuenta?, dice "todo", y no sólo eso, sino que el texto además presenta los argumentos que sostienen la palabra "todo"; "conforme a sus riquezas". No sólo aquí, sino que la Biblia, a través de sus páginas, asegura una y otra vez el cuidado de Dios para con sus hijos proveyéndolos de cuanto necesiten. ¿Por qué tanta seguridad en que Dios tenga tal capacidad?
Como argumento fundamental, la Biblia asegura que en Jesucristo es antes de la creación, que en él halla su origen y que es para él (Colosenses 1:16,17). Es decir, Dios es dueño absoluto no sólo de nuestras vidas, sino además, de los elementos que la hacen posible. Nuestro sustento, aunque trabajamos duro para ello, no está en nosotros pues ni somos dueños ni originadores mucho menos proveedores o rescatadores de la creación, atributos únicamente divinos. Simplemente hacemos uso de los recursos que Dios pone a nuestra disposición para subsistir. Desde Génesis, donde Jesucristo cita al Padre y al Espíritu Santo (Génesis 1:26 y Juan 1:3) en la planificación del origen del hombre, hasta el Apocalipsis, donde Jesucristo garantiza el rescate definitivo de sus hijos (Apocalipsis 22:20), la Biblia entera centra en Jesucristo el origen como el sostenimiento del universo, y el rescate de los seres humanos.
Si te das cuenta, la Biblia no pretende convencernos de ello, simplemente nos lo dice. La existencia de Dios no está sujeta a mi reconocimiento como tampoco lo está su provisión para la vida. Dios no condiciona los elementos para la vida. Él los provee ajeno a nuestro reconocimiento (Mateo 5:45). Condicionar tales provisiones confirmaría la acusación de Satanás que Dios "compra" nuestra lealtad (Job 1:9-10). El carácter de Dios no le permite actuar de tal forma. Por el contrario, antes de que respondamos a su amor, el nos lo da incondicional.
Desde el comienzo, el ser humano fue puesto en condiciones ideadas preestablecidas para su sustento y desarrollo. Una vez que esas condiciones pasaron la inspección de Dios (Génesis 1:25), el hombre fue depositado en medio de ellas. De esta forma, al evaluar nuestra experiencia en este mundo, debemos reconocer que nuestra comprensión de las cosas es dramáticamente limitada en comparación con la vastedad de la existencia de Dios.
La Biblia además nos muestra la razón de las condiciones que reinan hoy en día que, a pesar de que el universo da testimonio de la grandeza de Dios, reflejan la intrusión del pecado. El dolor que observamos y experimentamos son consecuencias de un conflicto mayor. Sin embargo, aún allí, dentro del dolor, Dios provee, Dios sigue en control del mundo natural, Dios todavía tiene las condiciones de atender las necesidades de sus hijos.
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