Cuando leo en la Biblia las primeras palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra", encuentro que a través de toda la Escritura, en un total de 66 libros, más de 40 autores inspirados por el Espíritu Santo, en un período de 1,500 años, mantiene la misma versión con respecto a nuestros orígenes. No ha tenido la necesidad de madurar o ajustar su versión, sino que desde el mismo comienzo la ha mantenido intacta, a diferencia de las versiones que excluyen a Dios como el diseñador y generador de la vida, que han tenido que replantear, ajustar y modificar sus posiciones.
La Biblia consistentemente nos afirma y reafirma la razón de nuestra existencia como especie y como individuos. A través de sus páginas, como un hilo dorado, de tanto en tanto nos recuerda de dónde venimos para entender hacia dónde vamos. Es pues, el registro del Génesis sobre nuestros orígenes, una defensa del fundamento donde descansa el resto de la Escritura. Fundamento que aún Jesucristo reafirmó. No requirió cambiar, añadir, ajustar nada.
¿Estamos en condiciones de comprender científicamente todos los misterios de la vida, la tierra y el universo? Como raza humana, nuestra ignorancia temeraria nos ha llevado a creer que con apenas el rasguño de la superficie de los misterios que encierra la vida, la tierra y el universo es argumento suficiente para llegar a conclusiones, sin bases científicas, exentas a el diseño y poder de Dios.
Por otro lado, las pretensiones de la Biblia como Palabra de Dios son reafirmadas en la constancia de la historia, argumento e interpretaciones a través de sus páginas sobre el origen de las especies. ¿Cómo explicar esta consistencia? Es indudable que la versión del Génesis sobre nuestros orígenes no es el resultado de la curiosidad o el insomnio de un individuo, sino la revelación de Dios de su propia obra creadora.
Independientemente de nuestra tendencia filosófica de la vida, tenemos un punto de partida en común: existimos. No lo podemos negar, y no se requiere de la ciencia para probarlo. Desde cualquier perspectiva que se desee, es requerido un acto sobre natural para justificar el comienzo de la vida. Y es que la ciencia no excluye a Dios, sino los seres humanos somos quienes lo excluimos. El milagro de la vida, y las condiciones más allá de nuestro entorno inmediato para permitirla identifican a una nuestro origen y originador. De esa forma, el registro bíblico es consistente con el testimonio de la naturaleza.
Para leer:
- Génesis 1 y 2
- Job 38:1-21
- Job 42:1-6
- Salmo 8; 24:1,2; 33:6; 74:16,17; 89:11
- Isaías 44:24; 45:12
- Jeremías 51:15,16
- Amós 4:13
- Zacarías 12:1
- Mateo 19:4-6
- Juan 1:9
- Hechos 17:22-31
- Apocalipsis 4:11; 10:5,6
No hay comentarios:
Publicar un comentario