jueves, 31 de enero de 2013

La creación y la moralidad

¿Te acuerdas de los mineros que quedaron atrapados en la mina de San José, en Chile?  Recuerdo seguir la historia, junto con mi esposa, desde que se dio la noticia del derrumbe de la mina hasta que el último de los mineros fue rescatado.  Fue impresionante seguir el desarrollo de las acciones al pasar de los días con las emociones, no sólo de nosotros sino de la sociedad en general, en altibajos al ir participando de los avances alcanzados, siempre con gozo, pero también con la ansiedad al ignorar qué sucedería después.  Para el final del operativo de rescate, se calcula una audiencia de más de mil millones de personas en todo el mundo, esperando un final feliz.

Como seres humanos, ¿qué nos hace diferenciar entre lo bueno y lo malo?  En lo que respecta a la historia citada en este comentario, ¿de dónde salieron los sentimientos de compasión, esperanza y alegría al ver el rescate exitoso de cada uno de los mineros?  ¿Por qué deseábamos, a pesar de pertenecer a diferentes países, y en muchos casos a diferentes culturas, la preservación de la vida de los mineros?

Como sociedad hemos identificado ciertos derechos pertenecientes a todos y cada uno de los seres humanos.  ¿Quién los decidió?  ¿O será que ya vienen "instalados en nuestro sistema" de fábrica?  La Biblia enseña que el ser humano, desde su creación, fue provisto de ciertos privilegios identificados y definidos, en Génesis, por lo menos, de gobernar el resto de las especies creadas por Dios, administrar y hacer uso de los recursos de la tierra, la capacidad de formar una sola carne entre un hombre y una mujer, la capacidad de procreación y la capacidad de decidir.

Con el libre albedrío, el hombre fue expuesto, como consecuencia del conflicto a nivel universal generado por la demanda de Satanás en contra del gobierno de Dios, a saber y elegir el bien, es decir, el ser humano fue creado moralmente inteligente y libre.  Habiendo dicho esto, el hecho de que haya sido moralmente inteligente y libre signifique que fue creado ajeno a las consecuencias de sus decisiones; somos libres para elegir, pero sujetos a las consecuencias de nuestras decisiones (Eclesiastés 11:9).

Aunque individuos libres, la Biblia nos recuerda que en realidad no somos nuestros.  Fuimos creados por lo que hemos adquirido una responsabilidad en relación a la función por la que fuimos creados, como individuos y en nuestra relación con los demás. Cristo lo resumió de la siguiente manera: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40).

Somos consientes de lo que es bueno y de lo que es malo.  No lo dedujimos nosotros mismos dentro de un proceso evolutivo al cual no fueron expuestas las demás especias.  Fuimos creados con esa capacidad.  Sabemos de nuestra responsabilidad para con Dios en función de nuestra creación, y nuestra responsabilidad para con el bienestar de los demás.  Maltratarnos física, mental social o espiritualmente es estar maltratando la creación de Dios.  De la misma forma, maltratar física, mental social o espiritualmente a otros, inclusive a nuestros enemigos, es estar maltratando la creación de Dios.  Al entender mis orígenes y mi libertad, junto con la de todos los seres humanos, implica, entonces haber reconocido la adquisición de la responsabilidad del bienestar de mis semejantes.

La famosa declaración de Jesús en Mateo 5:44-48 de ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto está dado en el contexto de el amor a nuestros semejantes incluyendo a nuestros enemigos, tal y como Cristo lo hizo (Romanos 5:10).  Cristo no respondió a una iniciativa humana para rescatarnos sino que "siendo aún pecadores" generó las avenidas para nuestra salvación.  De la misma forma, Dios no nos creó para vivir para nosotros mismos, tanto así, que bien documentado está en Su Palabra el tremendo impacto en nuestra vida eterna que tendrá nuestro trato para con los demás.

Como seres humanos podemos diferenciar el mal del bien.  Al reconocer nuestra procedencia entendemos el origen de esos sentimientos hacia lo bueno, y entendemos por qué, a pesar de saber lo bueno, tendemos hacia lo malo. La Biblia es clara, el bien no es producto humano, es un don divino. Desde esta perspectiva y consientes del proceso de salvación, por medio de la fe dentro del contexto de la gracia, resalta nuestro trato para con el total de la creación de Dios que evidencia en forma externa de nuestra libre elección y desarrollo interno a semejanza de Dios.

Leer:
  • Génesis 2:16, 17
  • Génesis 1:26-28
  • Santiago 3:9
  • Hechos 17:26
  • Proverbios 14:31
  • Mateo 5:44-48
  • Apocalipsis 20:11-13


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