viernes, 13 de abril de 2012

Cada miembro, un misionero

En la vida nos esforzamos mucho para tener nuestra casa, nuestro carro, nuestro dinero, nuestras cosas, pues al fin y al cabo es nuestra vida.  No quiero decir que no debemos esforzarnos y desarrollarnos en términos profesionales y financieros, sino que quiero resaltar el énfasis a la palabra nuestro que, generalmente, sobre enfatizamos.

Cómo olvidar las palabras del Rey David al observar al pueblo ofrendar para el templo, "Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos" (1 Crónicas 29:14).  Estas palabras revelan una verdad profunda.  En realidad, nada es nuestro.

Una de las responsabilidades como padre es mediar entre mis hijos cuando se pelean y no quieren compartir sus cosas que nosotros, sus padres, les compramos.  Al meditar en mi labor como padre en esas circunstancias, encuentro que esa es la raíz de muchos males que suceden en la sociedad e inclusive en la iglesia; cuando nos adueñamos de lo que se nos confió para administrar.

1 Pedro 2:9 dice: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable."  Si observas, este versículo nos define, "sois".  Sin embargo ese "sois" tiene un propósito, "para".  Es decir, somos para un propósito específico.  No existimos independientes a un objetivo mayor que nosotros.  "Somos" en respuesta a una necesidad "para".

La Biblia es clara en que todos somos algo para hacer algo en complemento a una misión mayor,  1 Corintios 12 presenta en forma clara este principio:

  • Dios es quien reparte los dones, habilidades y capacidades de acuerdo a su criterio y deseo (vv4-6,11,18).
  • Todos hemos sidos equipados con dones, habilidades y capacidades (vv7,18)
  • Los dones, habilidades y capacidades no pertenecen al individuo, pertenecen al cuerpo a través del individuo (vv7,12).
  • Todos necesitamos y nos necesitan para la salud general del cuerpo (vvv14-17,19-26).
Suena ideal, utópico, tal vez, especialmente cuando comenzamos a creer la mentira de que mi don, habilidad y/o capacidad me pertenece, adueñándome de algo que fue diseñado para complementar y ser complementado en un trabajo en conjunto para el bien común.

Es importante entender que lo los dones, habilidades y capacidades que poseo, en realidad no son míos, sin de la sociedad y de la iglesia dados a través de Dios a través de mi persona.  Por tal motivo no tengo derecho a adueñarme de ellos y administrarlos mezquinamente a mi conveniencia.  No desarrollar mis dones, habilidades y capacidades para el bien común es, desde esta perspectiva, un acto de deslealtad, deshonestidad a la sociedad y a la iglesia; no tengo derecho de privarles de algo que les pertenece.

Todos y cada uno de nosotros somos parte del cuerpo de Cristo con responsabilidades importantes y necesarias para el bien común y el avance de la obra de Dios.  Todos y cada uno de nosotros ha sido capacitado para ser un misionero y cumplir así, en complemento al esfuerzo de los demás, con la misión de Cristo, de ir, hacer, bautizar y enseñar (Mateo 28:19,20).

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es importante entender que los dones, habilidades y capacidades que poseo, en realidad no me pertenecen . . por tal motivo no tengo ningun derecho a adueñarme de ellos! . .wow, inspirador Pastor, totalmente!!

Bebo dijo...

Gracias pastor, es Sábado de mañana acá en la India, y nos gusto mucho su comentario complementario a nuestro estudio de la lección acá...
Saludos