Recuerdo hace un tiempo atrás, recibí una llamada. Después de un par de minutos, me percaté de que no sabía con quién estaba hablando y le pedí a esta persona que se identificara. Ante la negativa de esta persona de identificarse, me vi en la necesidad de terminar la conversación; no sabía con quién estaba hablando, ni el motivo de fondo de la llamada.
Todos nosotros contamos con una identidad que nos permite identificar e identificarnos, y definir nuestro lugar en la sociedad en relación con los demás; nuestro nombre, nuestra procedencia, nuestros lazos familiares o de amistad, nuestra profesión, entre otros. Dios no es la excepción. Dios le dijo en forma explícita a Moisés, "Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Éxodo 3:14). A través de los diversos medios que Dios ha creado (naturaleza, Biblia, experiencias), busca la forma de identificarse y de esta manera nosotros poder definir nuestra posición en relación con Él; de dónde venimos (creación), por qué estamos aquí (pecado), a quién pertenecemos (herederos) y a dónde vamos (vida eterna). No merecemos nada de lo que Dios hace por nosotros, bien podría ignorarnos o destruirnos y volver a comenzar de nuevo, pero nos ama tanto (un amor ilógico desde la perspectiva humana), que busca la forma de generar una relación con nosotros que redunde en nuestra salvación.
En esta ocasión, comparto contigo tres verdades con respecto a Dios y su relación con nosotros.
Dios ha estado y está físicamente con nosotros
Dios ha sido muy específico en su andar con nosotros. Desde Salmo 23.4, Mateo 1.23, hasta Juan 14.16,26; 15.26 y 16.7, Dios ha especificado su presencia entre nosotros. Así como los apóstoles tuvieron la dicha de caminar físicamente con Dios a través de Jesucristo, nosotros hoy tenemos la bendición de caminar físicamente con Dios a través del Espíritu Santo. No estamos solos, aunque a veces pareciera. Dios nos ha hecho saber que él nos acompaña físicamente en nuestra travesía por esta vida en proyección a la vida eterna.
Dios se ha confabulado en favor de nuestra salvación
El valor de las cosas no siempre radica en ellas mismas, sino en la importancia que nosotros le damos. Por eso que un regalo que tal vez no costó mucho, se convierte en invaluable por el aprecio a quién nos lo dio, y decimos que tiene valor sentimental. De igual forma es nuestro valor ante los ojos de Dios. En realidad no valemos nada, pero Dios decidió que valemos mucho. Él nos puso el precio y no nosotros a nosotros mismos.
Dios nos ha hecho saber que los tres seres de la Deidad se han confabulado en pro de nuestra salvación (2 Cor 1.20-22). En nuestras mentes finitas tratamos de comprender la inmensidad de Dios que se nos revela en términos lo más sencillos posibles donde se nos presenta al Padre, en el contexto de nuestra salvación, como, tal vez, el administrador, a Jesucristo como el ejecutor y al Espíritu Santo como quien da seguimiento a la obra de Cristo. Todo para que "todo aquel que en él cree" tenga la esperanza de vida eterna (Jn 3.16).
Todos nosotros contamos con una identidad que nos permite identificar e identificarnos, y definir nuestro lugar en la sociedad en relación con los demás; nuestro nombre, nuestra procedencia, nuestros lazos familiares o de amistad, nuestra profesión, entre otros. Dios no es la excepción. Dios le dijo en forma explícita a Moisés, "Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Éxodo 3:14). A través de los diversos medios que Dios ha creado (naturaleza, Biblia, experiencias), busca la forma de identificarse y de esta manera nosotros poder definir nuestra posición en relación con Él; de dónde venimos (creación), por qué estamos aquí (pecado), a quién pertenecemos (herederos) y a dónde vamos (vida eterna). No merecemos nada de lo que Dios hace por nosotros, bien podría ignorarnos o destruirnos y volver a comenzar de nuevo, pero nos ama tanto (un amor ilógico desde la perspectiva humana), que busca la forma de generar una relación con nosotros que redunde en nuestra salvación.
En esta ocasión, comparto contigo tres verdades con respecto a Dios y su relación con nosotros.
Dios se ha revelado al ser humano
Por iniciativa de Dios mismo es que sabemos de él. Él es quien nos busca, pues nosotros no podemos buscarlo de nosotros mismos debido a la condición en la que nos encontramos. En Edén, Dios buscó a Adán y Eva después de su desobediencia, él vino al mundo a morir por nosotros "siendo aún pecadores" (Rom 5.6-10).
Dios se ha revelado a nosotros como un sólo Dios (Deut 6.4; 1 Cor 8.4; Sant 2.19), constituido por tres personas distintas entre sí (Gén 1.26,27; Isa 6.8; Mat 28.19; Jud 20,21; 1 Ped 1.1-3) co-iguales entere sí, tal vez como en el matrimonio, que aunque son dos, son una sola carne (Gen 2.24). Inclusive, Dios nos insta a ser uno entre nosotros, aunque somos más de uno, como Él es uno (Jn 17.11). No son tres dioses, es un solo Dios, no una persona, pero un solo Dios.
Dios ha estado y está físicamente con nosotros
Dios se ha confabulado en favor de nuestra salvación
Dios nos ha hecho saber que los tres seres de la Deidad se han confabulado en pro de nuestra salvación (2 Cor 1.20-22). En nuestras mentes finitas tratamos de comprender la inmensidad de Dios que se nos revela en términos lo más sencillos posibles donde se nos presenta al Padre, en el contexto de nuestra salvación, como, tal vez, el administrador, a Jesucristo como el ejecutor y al Espíritu Santo como quien da seguimiento a la obra de Cristo. Todo para que "todo aquel que en él cree" tenga la esperanza de vida eterna (Jn 3.16).
En el futuro seguiremos nuestro estudio. Por lo pronto, hoy puedes estar seguro/a que nada ni nadie te puede separar del amor de Dios (Rom 8.38,39) quien se ha confabulado en contra del pecado, y utiliza todos sus recursos (hasta la vida de Su Hijo) con tal de que tú y yo tengamos esperanza. No tenemos que ir a diferentes dioses para recibir ser atendidos en diferentes asuntos de la vida; tenemos un Dios cuyos seres se han propuesto no descansar hasta verte caminando por las calles de oro, vestido de blanco y con una corona en tu cabeza.
Un saludo,
iach
*Este tópico responde al sugerido por la Lección de Escuela Sabática.
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