viernes, 31 de marzo de 2017

Pedro

No se nos da mucha explicación.  Simplemente que "tuvo miedo"; una emoción primaria muy humana como respuesta vital a un peligro inminente, real o supuesto, que atenta contra nuestra integridad física o emocional, y juzgando por el relato, Pedro tenía suficiente evidencia para justificarlo pues era un “fuerte viento,” que además era contrario y azotaba a la barca (Mateo 14:24,30).  Pero era Pedro, el líder, columna del movimiento cristiano, el portavoz de los discípulos, que aunque impulsivo, era de sentimientos nobles.

¿Recuerdas cuando Jesús le indicó: “echad vuestras redes para pescar,” después de que Pedro lo hubiese intentado toda la noche sin éxito?  Sí, Pedro era de sentimientos nobles: “toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red” (Lucas 5:4-5).  O cuando categóricamente contesta a Jesús: “tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16), indicando que él no pertenece a un movimiento más, sino a el movimiento que, aunque aún no comprende del todo, cumple con las profecías mesiánicas.  ¿Y ante la inminente adversidad?: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte” (Lucas 22:33).

Pero fue Pedro quien pide a Jesús: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (Mateo 14:28).  Evidentemente la tormenta y el miedo no fueron factor por un momento en la historia.  Mateo nos cuenta que Pedro descendió de la barca y “andaba sobre las aguas para ir a Jesús” (v29).  Parece no tener miedo, parece ignorar la tormenta.  Sin embargo, de repente, sin previo aviso, el viento y las olas, que previamente habían sido irrelevantes, se convierten en relevantes, inclusive por encima de la Palabra de Jesucristo y “tuvo miedo”, como cuando quiso convencer a Jesús en contra del cumplimiento de su misión (Mateo 16:23), o como cuando lo negó tres veces (Lucas 22:54-62). o como cuando se intimidó ante los judíos llevándolo a despreciar a los gentiles (Gálatas 2:14).


En el mismo versículo, donde Mateo nos cuenta que Pedro tuvo miedo, también nos cuenta que Pedro “dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”  Acto seguido “Jesús, extendiendo la mano” (Mateo 14:30-31).  El texto no discute el deber ser de Pedro, sino que simplemente lo reconoce como humano y la inmediata respuesta de Jesucristo ante su pedido de ayuda.  Dos versículos que parecen indicar la vida completa de Pedro, y, tal vez, un formato que todos podemos seguir, como Juan escribió: “estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo” (1 Juan 2:1).

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