jueves, 8 de abril de 2010

El poder de la perspectiva

Tenía la intención, como había mencionado en el blog anterior, a compartir algo más con respecto al Sábado, sin embargo, observando un par de discusiones y viendo como estas polarizan opiniones, encontré más relevante, hoy, reflexionar sobre el poder de la perspectiva.

Quiero comenzar compartiendo uno de mi comerciales favoritos que bien ilustran este punto:


Lo que quiero resaltar en este comercial es la frase "Nuestras bromas no son como tus bromas". Dependiendo del contexto, conocimiento y personalidad, que definen la perspectiva, establecen los parámetros de interpretación de la realidad y nuestra reacción a ella. La realidad sigue siendo la misma, y alguien la puede interpretar como una broma, una descortesía, o simplemente una acción irrelevante (utilizando el ejemplo del vídeo).

Este tema presenta una plataforma para reflexionar sobre muchas cosas, tanto en el plano bíblico y profético, como en la vida cotidiana, personal, familiar o laboral. Sin embargo, me quiero concentrar en el siguiente punto: Siendo que mi perspectiva de las cosas es simplemente eso, mi perspectiva, y debo respetar la perspectiva de los demás, al tiempo que ellos respetan mi perspectiva, hay algo que debemos considerar, pues al fin del día, es en base a mi interpretación de la realidad que yo reacciono, es en base a mi perspectiva que tomo decisiones.

La Biblia, y la vida práctica, nos demuestran que el ser humano es rebelde por naturaleza. Desde la Lucifer hasta Adán, y hasta nuestros hijos, existe un instinto a rebelarnos; contra nuestros padres, nuestra iglesia, nuestra organización, nuestra sociedad, e inclusive contra Dios.

Antes de la fundación del mundo, en el cielo mismo, un ángel con los más altos honores otorgados a un ser creado (Ezequiel 28), se convenció de ser digno de atributos que no le correspondían (Isaías 14.13,14). En su mente, de acuerdo a su interpretación de la realidad (perspectiva), consideró de que Dios estaba siendo injusto y comenzó una labor, un movimiento democrático entre los ángeles (Apocalipsis 12.4,7-9) que terminó con propiciar su expulsión del cielo.

Podemos encontrar un patrón semejante en la travesía de Los israelitas y Moisés por el desierto. El Salmo 106 cuenta la historia y menciona en el v25 que "murmuraron en sus tiendas, y no oyeron la voz de Dios." Ante algunos de los líderes, Moisés no era el indicado para dirigir al pueblo y mucho menos Aarón. Podrían argumentar estas personas que al fin y al cabo, esa era su perspectiva, así creían ellos (Números 14). Podrían justificar ellos que sus ideas buscaban mejoras para el bien común...

Aunque la Biblia presenta aún más casos, nos quedaremos solamente con estos, pues creo que el punto se ha establecido. Sin embargo, queda una duda, ¿significa esto que no podemos estar en desacuerdo con quienes nos dirigen (padres, supervisores, profesores, instituciones, entre otros)? ¿Cuál debe ser, entonces, nuestra actitud para resolver diferencias de opinión?

Mateo 18.15-22 responde a este dilema, sin embargo no es allí donde quiero poner el énfasis. Dios no desaprueba tener diferente opinión con nuestros líderes (Gálatas 2.11-21), incluyéndole a él mismo; inclusive nos permite dialogar y participar en sus decisiones (Génesis 18). Lo que Dios no permite, reprueba y castiga, es el espíritu de rebeldía que trabaja a través de la crítica canalizada a través de formas y medios no éticos ni cristianos para resaltar nuestra opinión en contra de alguien (Santiago 3.5-12) y destruir la opinión que otros pueden tener de es persona o entidad (Éxodo 20.16). Somos responsables de lo que decimos (Mateo 12.36) y daremos cuenta de ello.

¿Por qué este tópico? Porque somos humanos y corre naturalmente por nuestra sangre ese mismo espíritu que expulsó a Lucifer del cielo y que impidió a una generación entrar a la tierra prometida. Constantemente nos vemos tentados a reaccionar fuera de los parámetros de Dios.

No permitas, en tu hogar, escuela o trabajo, ser influenciado por un espíritu destructor. Dios protege a los suyos, la crítica no los destruirá, pero te podría destruir a ti.

Un saludo,

Ismael A. Castillo

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