viernes, 22 de mayo de 2015

La misión de Jesús, #Lucas

Durante ésta semana se despidió de la televisión uno de los íconos del entretenimiento, David Letterman.  Como es de suponer, varias celebridades se dieron a la tarea de reconocer su impacto a través de diferentes medios, de los cuales algunos tuvieron la oportunidad de despedirse en su programa, “The Late Show”.  En un momento de ocio, me encontré con uno de esos reconocimientos en YouTube hecho por Ray Romano, creador de la comedia “Everybody Loves Raymond”, quien contó cómo había cambiado si vida haber participado en el programa de David Letterman.  “Fue en ése lugar” apuntando a donde había estado parado varios años atrás presentando su material, “que cambió mi vida”.

Día a día, nuestras vidas son impactadas por diferentes individuos.  Estoy seguro que en muchos de tus logros hay personas que tuvieron mucho que ve, ya sea que hayan compartido algún consejo, que hayan provisto de alguna oportunidad, o tal vez que te hayan apoyado emocionalmente.  Sin embargo, aún allí, seguimos hablando a muy corto plazo, el lapso de nuestra vida.  Jesús, por otro lado, asegura: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

La dinámica que hace posible esa vida en abundancia es presentada por la Biblia como un esfuerzo de Dios quien busca al ser humano, y no el ser humano a Dios (Juan 15:16).  Romanos 5:6,8 y 10 indican que “cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos…  Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros…  Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…”  Fuera del cristianismo, las diferentes religiones prescriben los caminos para que el hombre se acerque a Dios.  Jesucristo, sin embargo, nos advierte que el hombre no tiene capacidad para ello, por lo que Dios ha tomado la iniciativa (Juan 3:16), viniendo “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).  La misión de Jesucristo es clara, y la condición del hombre también.

En su esfuerzo por describir su misión, Jesús contó tres parábolas en el capítulo 15 de Lucas, en respuesta a los constantes cuestionamientos por recibir a los pecadores, y comer con ellos (Lucas 15:2).  Allí, Jesús relata la experiencia de un pastor de ovejas que está dispuesto a dejar noventa y nueve de ellas por buscar la única que estaba perdida.  También el gozo de una mujer que encuentre una moneda que había perdido.  En ambos relatos, el énfasis no está en lo que se tiene, sino en lo que se ha perdido, aunque.  ¿Vale la pena dejar noventa y nueve ovejas para buscar una?  ¿Vale la pena afanarse por encontrar una moneda perdida cuando aún se tienen nueve?  En la lógica divina, sí.  Y para contrariedad de los fariseos y escribas que murmuraban, el énfasis está en el rescate de los individuos extraviados, y no en la premiación de los que, suponen, se portan bien.  Y siempre el relato termina con un gozo personal tan grande, que es necesario compartirlo.

La tercera parábola añade algunos detalles más a explicación de Jesucristo se su misión.  En ésta parábola, se presenta la experiencia de un padre mal comprendido, tanto por el hijo que se revela abiertamente, pues no puede soportar más las restricciones de su padre, como por el hijo que se queda, sin comprender plenamente sus privilegios.  Al final, quien deseaba libertad apartado de su padre, llega a preferir la servidumbre en casa de su padre, mientras que el que se ha sido fiel y se ha quedado en casa, encuentra muy injusto el amor del padre.

Jesús hace uso de una historieta que circulaba en sus días para revelar las fronteras de su misión.  Lástima que hoy muchos se enfocan en la parte de la historia ajena a la enseñanza que Jesús desea presentar.  No es la inmortalidad del alma el centro de la historia, “los muertos nada saben (Eclesiastés 9:5, cf. Génesis 2:7 y Eclesiastés 12:7; 1 Tesalonicenses 4:15-16; Juan 11:11-14; Hebreos 9:27).  El punto es que las manifestaciones sobrenaturales no producen convicciones con resultados permanentes.  Son las Escrituras que contienen los lineamientos y argumentos para llevarnos a tomar decisiones significativas que permiten exponernos a la salvación (Lucas 1627-31).  La misión de Jesucristo es suficientemente descrita y explicada para que cada uno de nosotros se acerque confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16).

La interacción de Jesucristo con el ser humano, en el cumplimiento de su misión, bien podría representarse en la experiencia del ciego Bartimeo,  y el publicano Zaqueo (Lucas 18:35-19:10).  Ambas historias muestra un patrón: 1) La salvación está por sobre cualquier condición o estatus socioeconómico, 2) ambos personajes se acepta su necesidad, 3) ambos personajes afrontan impedimentos para ver a Jesús, 4) ambos encuentran que su búsqueda su búsqueda de Jesús no es bien recibida socialmente, 5) Jesús a veces se invita, otras, espera que lo invitemos, 6) la sociedad estorba o condena la dinámica, 7) la fe es el activo que permite la transformación física y moral.


"Si queréis saber su valor, id al Getsemaní y allí velad con Cristo durante esas horas de angustia, cuando su sudor era como grandes gotas de sangre. Mirad al Salvador pendiente de la cruz. [...] Podréis estimar el valor de un alma al pie de la Cruz, recordando que Cristo habría entregado su vida por un solo pecador” (PVGM, pp. 196, 197)

No hay comentarios: