Observando la historia uno puede fácilmente convertirse en testigo de la evolución de las tecnologías, las ideas, la ciencia, la moda, la política, los gobiernos, los métodos de guerra o educación entre otros, sin salirse del período de tiempo que abarcan nuestras vidas. Cuanto más entonces cuando retrocedemos en el tiempo cien o mil años. Sin embargo, a pesar de todos los cambios y avances, la necesidad fundamental del ser humano sigue siendo la misma, la necesidad de propósito y trascendencia. Podemos retroceder en el tiempo un año, una década, un siglo o inclusive un milenio y más, y aún entonces el ser humano busca exactamente lo mismo que tú y yo buscamos hoy. El estatus socio económico y cultural tampoco modifica esa necesidad, simplemente determina los medios y las formas de atenderla pues mientras alguien se compra una camisa Abricombie otro se compra un BMW, ambos buscando lo mismo. Mientras uno vende drogas, otro vende bienes raíces, buscando exactamente lo mismo. Mientras uno se sale de la escuela, otro adquiere un doctorado, buscando exactamente lo mismo; propósito y transcendencia.
La Biblia hace referencia a casos como el de Nicodemo (Juan 3:1-15), donde se requirió de seminario comprimido y un supuesto debate intelectual, o el caso de Leví Mateo o Zaqueo (Mateo 9:10-13; Lucas 5:27-32 y 19:1-10) donde Jesús intencionalmente se incluyó en sus vidas para reeducarlos y ayudarles a re definir los medios para lograr la satisfacción de tal necesidad. Después de tantos milenios de experiencia, aún somos confundidos con los medios, métodos y formas para sentir que no vivimos en vano, y como sociedad estamos dispuestos inclusive a violar principios y valores para lograrlo. Los medios de comunicación insisten en vendernos la vida de las celebridades y deportistas que, también como nosotros, sufren desamor, depresión, rechazo y despropósito. Jesús indicó a Nicodemo: "El que no naciere de nuevo", ordenó a Zaqueo: "baja que hoy iré a tu casa", e invitó a Leví Mateo: "Sígueme" presentando una fórmula que verdaderamente llenó sus corazones y les dio propósito y trascendencia al igual que lo puede hacer hoy, pues las necesidad experimentada por Nicodemo, Mateo y Zaqueo es exactamente la que experimentamos tú y yo, el que tiene mucho dinero como el que tiene poco.
La Biblia nunca ha estado en contra de las riquezas, muchos de los personajes importantes de las escrituras gozaron de más que estabilidad económica (Génesis 13:5,6; 41:41-43; Deuteronomio 8:17,18; Job 1:1-3; Daniel 4:28-31). Sin embargo sí esta en contra de la autosuficiencia pues no sólo nos aparta de Dios, además, tarde o temprano, nos traiciona y nos abandona dejándonos nuevamente vacíos. Lastimosamente, la autosuficiencia puede tener un fácil acceso a través de las riquezas y/o la fama (Marcos 4:18,19; Lucas 1:51-53; 6:22-25; 12:16-21; 16:13). El joven rico, como se le denomina, sintió que el podía: "qué haré...?" Evaluando su respuesta, éste joven era ejemplar, un buen partido para cualquier dama: financieramente estable, y moralmente sólido. Sin embargo, sentía que debía de existir algo más. Si era tan bueno, ¿por qué entiende que debe de existir algo más? Jesús entonces lo confronta al nivel divino (Juan 3:16), "si quieres ser perfecto..." Jesús le ofrece hacerse del espíritu del cielo, del espíritu que no escatimó precio alguno para sin merecerlo, rescatarnos a todos nosotros. Ese espíritu no tiene que ver con dinero, tiene que ver con una correcta "priorización" de la escala de valores, una escala de valores influenciada por el toque divino, el toque que permitió nuestra salvación. Sin embargo, el joven rico prefirió seguir sintiendo que hacía falta algo más, antes de que Dos tomara el lugar de sus posesiones.
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