Unas
cuantas semanas atrás termine de leer un libro titulado "Como matar 11
millones de personas," de Andy Adrews. En él, el autor trata de
encontrar la lógica de tras de los grandes genocidios de la historia. Cómo es que una sociedad determinada, educada, avanzada, civilizada,
llega al punto de razonar y aceptar la exterminación de todo un grupo de
personas por motivos raciales, politicos o religiosos. Dentro de los
muchos argumentos que presenta el autor, hay uno que me llamó fuertemente
la atención. Escribió, según recuerdo: "Para matar 11 millones de personas
hay que mentirles..."
Los
registros muestran como poco a poco éstas ideas nocivas fueron plantadas en las mentes de tales sociedades y de las víctimas hasta llegar al punto de que un grupo pequeño de individuos llega a dominar y manipular a un gran numero de personas hasta hacerles creer que
aquello que en otro tiempo habrían supuesto como malévolo y horrendo, es en
realidad correcto y necesario para el bienestar común, de la mayoría.
Obviamente podemos encontrar ejemplos de este proceder en muchos de los
gobiernos en los diferentes países hoy en día, sin embargo el objetivo de este
espacio no es entrar en terrenos de la política y de los gobiernos. Sin
embargo, la conclusión del autor nos da pie a hacer unas cuantas aplicaciones
pertinentes a nuestra realidad, como seres humanos y como hijos de Dios.
¿Cómo
es que el enemigo de Dios puede impedir la salvación de los hijos de Dios?
La respuesta sería la misma, ¿no crees? Mintiéndoles... Desde
el Génesis, el capítulo tres, la serpiente, que de acuerdo a Apocalipsis 12 es
"la serpiente Antigua que se llama Diablo y
Satanás" (v9), responde a la indicación de Dios citada por Eva:
"No morirán. Dios bien sabe que el día
que ustedes coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios,
conocedores del bien y del mal" (vv4-5).
El apóstol Pedro, en su primera carta, específicamente el
capitulo 5 y los versículos 1-11, responde a la version distorsionada de Satanás en lo que tiene que ver con nuestras
relaciones interpersonales y el ejercimiento del liderazgo y el servicio a
otros.
En primera instancia, mientras es el egoísmo la propuesta primaria de Satanás,
Pedro cita el altruismo. Nos pide que procedamos “de manera voluntaria
y con el deseo de servir, y no por obligación ni por el mero afán de lucro. No
traten a la grey como si ustedes fueran sus amos. Al contrario, sírvanle de ejemplo”
(v2-3). El objetivo primario no es la
recompensa sino el servicio en sí.
Somos responsables de cumplir nuestra parte sin desear recompensa. Y es a través de la intervención divina que
obtendremos satisfacción, pues
continua diciendo: “cuando se manifieste el Príncipe de los pastores, ustedes
recibirán la corona incorruptible de gloria” (v4).
Una segunda clarificación es la humildad
por sobre la soberbia. Pedro indica: “Dios resiste a los soberbios, pero
se muestra favorable a los humildes” (v5).
En dos versículos {edro hace referencia a la humildad:
También
ustedes, los jóvenes, muestren respeto
ante los ancianos, y todos ustedes, practiquen el mutuo respeto. Revístanse de humildad,
porque: «Dios resiste a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes.» Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su
debido tiempo.
Evidentemente Pedro insiste en la importancia de la humildad como
ingrediente indispensable para el servicio desinteresado. Debido a la ansiedad que esta lucha interna
produce, Dios promete intervenir y generar en nosotros paz (v7).
Por ultimo, Pedro hace referencia a las acechanzas de Satanás, pero no hay que vivir con miedo, sino valientemente
deberemos mantenernos firmes, haciéndole frente. No somos los únicos que sufrimos (v9). Además, a través de la intervención divina,
obtendremos la victoria.
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